miércoles, 4 de noviembre de 2009

DOS REVOLUCIONES CIENTIFICAS NACIDAS EN LA IGLESIA: (I)


- El intentar explicar el origen de todo cuanto existe y nuestro lugar en ese Universo, siempre fue anhelo obsesivo y tema cardinal de controversia entre diversas corrientes del pensamiento humano que se atribuyeron desde siempre la autoridad para sustentarla y/o discutirla; en especial ha sido punto de desencuentro entre dos principales pilares culturales que teorizan sobre ello, la Ciencia y la Religión. Ellas marcharon y convivieron con distintas jerarquías de relación en el tiempo, alguna vez una subordinada a la sombra de la otra por la razón de la fuerza y el fanatismo irracional, luego ante la evidencia objetiva y experimental la ciencia tomará el lugar preponderante que le corresponde entre los logros del intelecto humano. Pero en el transcurso de esa historia se escriben dos paradojas bastante significativas, en el hecho que dos los descubrimientos capitales – y acontecimientos felices para la humanidad – de la ciencia y que incluso contribuyeron a derribar mitos filosóficos y teológicos geocentristas y creacionistas, nacieron precisamente en la inspiración de hombres ligados a la institución católica, aunque en el primer caso la represión clerical vigente por entonces no dejó de hacer sentir su temible poder intimidatorio para que su autor lo publicara revestido de diversas sutilezas eufemísticas.
- Nicolás Copérnico nació en Polonia en el seno de una acomodada familia de comerciantes, toda su vida estuvo influenciada por la doctrina católica a la que estuvo ligada formalmente y fue fiel como hombre de su tiempo, y es más, le adeuda la generosidad de oportunidades de desarrollo que tuvo, no solo a su importante patrimonio familiar, sino también a su cercanía a la Iglesia romana que le permitió desenvolverse sin sobresaltos en sus conocimientos. Al perder a su padre tempranamente en la infancia, su tío Lucas Watzenrode, un importante canónigo de la catedral de Frauenburg y posteriormente obispo de Warmia, toma la tutoría de su educación y tuvo la acertada visión de llevarlo a ilustrarse en diferentes vertientes de la Ciencia, Letras, Jurisprudencia y Teología, pasando por las importantes Universidades de Cracovia, Padua y Bolonia, esta última donde se forma en derecho canónigo y además cultiva la Astronomía que era una de sus aficiones y conoce al Profesor Domenico María Novara quien era crítico del sistema de Ptolomeo y de quien llega a ser asistente, además aprende con la literatura clásica el idioma griego lo que le permitió el acceso interpretativo a los libros originales de los antiguos astrónomos griegos. Después toma cursos en París y en 1500 se doctoró en astronomía en Roma siendo nombrado Profesor en esa Universidad, pero sus cuestionamientos de conciencia al modelo Ptolemaico en boga por entonces considerando un universo geocéntrico, lo llevan a renunciar a esa cátedra; en Ferrara, Bolonia obtiene el grado de Doctor en Derecho Canónico en 1503 y luego vuelve a su país ya ordenado sacerdote para instalarse permanentemente y donde gracias a los oficios de su tío se le concede una canonjía y se incorpora a la corte episcopal en el castillo de Lidzbark en calidad de consejero de confianza. Al fallecer el Obispo en 1512 fija su residencia en Frauenburg y es nombrado canónigo en la Catedral de esa ciudad, ejerciendo funciones de Canciller diplomático, administrador de los bienes y servicios de la diócesis de Warmia, pero además producto de su formación científica inicia un apasionado trabajo paralelo observando el firmamento y registrando posiciones del Sol, días y horas de eclipses, ocultaciones y conjunciones, todo lo referente a lo astronómico que por entonces era apoyado por el sistema eclesiástico por razones de interés en reformar el calendario Juliano vigente desde la antigüedad precristiana, así fue construyendo una monumental y trascendental obra; si bien Copérnico no recibió las órdenes sagradas se mantuvo hasta el final en su empleo de canónigo.
- Como consecuencia de tan variada formación recibida, fue inevitable dar rienda suelta a sus inquietudes en el campo de la astronomía, y buscar soluciones a las fisuras del vigente modelo Ptolemaico armónico y homogéneo, los que estaban expresados en la antiquísima y celebrada obra “Almagesto”. Entre los años 1507 y 1515 redacta los primeros esbozos de su teoría, los que hace circular discretamente entre los astrónomos de la época en una serie limitada de breves manuscritos con el nombre de “The hypothesibus motuum coelestium a se constitutis commentariolus” – que recién se editaría en el siglo XIX – exponiendo ya su concepción heliocéntrica sin apelar aún a demostraciones matemáticas, la cual le permite empezar a ganar una respetable reputación, allí describe el sistema solar señalando la ubicación de los planetas según su distancia respecto del Sol.
- Entre 1513 y 1515 participa en la reforma del calendario juliano, la modificación de esta era una entusiasta inquietud por parte de la iglesia católica que tenía como finalidad instalar un permanente y definitivo calendario, importante para la instauración de las fiestas de carácter religioso como la Pascua, e involuntariamente fue motivo para marchar hacia una nueva concepción cósmica. Se requería para un buen calendario el conocer la duración exacta del año trópico – tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos del Sol por el mismo punto equinoccial –, y la del año sidéreo – el tiempo que tarda el Sol en pasar dos veces consecutivas sobre el fondo de una misma estrella –, el calendario vigente por entonces era el impuesto por Julio César y se basaba en los cálculos de Socígenes de Alejandría que estimó el año trópico en 365 días y 6 horas; la cifra estimada para el nuevo calendario basada en los cálculos de Copérnico era de 365 días 5 horas y 46 segundos, por tanto 11 minutos y 14 segundos menos, calculándose que pasados cuatro siglos se verificaba un desfase de 3 días y casi 3 horas lo que daba un retraso acumulado para el siglo XVI de 11 días sobre el tiempo astronómico. La reforma definitiva del nuevo calendario la llevó a cabo el jesuita y astrónomo Christoforo Clavius y fue llevada a cabo en 1582, bajo el mandato del papa Gregorio XIII – de ahí el nombre calendario gregoriano – y fue adoptado inmediatamente por los católicos mientras los protestantes esperaron entre 1700 y 1753, pero los ortodoxos esperaron hasta comienzos del siglo XX. En 1524 publica otra obra con el título “De octava sphaera” conocido también como “Carta a Wapowski” donde se limita a hacer observaciones de algunos detalles de un tratado Del movimiento de la octava esfera de Juan Werner de Nüremberg sin exponer su modelo heliocéntrico.
- Se cree desde esos años inicia la redacción de su principal obra que le llevaría casi un cuarto de siglo de trabajo, sin publicarlo aún formalmente, antes de ello como se mencionó, Copérnico publicó algunos manuscritos y las primeras noticias sobre sus investigaciones fueron divulgándose de manera no oficial, en 1533 estas llegan a conocimiento del papa Clemente VII y la corte papal lo somete a discusión, incluso el Papa lo anima a escribir un tratado detallando su tesis, en 1536 el cardenal arzobispo de Capua, Nicolás Schonberg (procurador general de los dominicos) también le insta epistolarmente desde Roma a dar a conocer sus descubrimientos cuando buena parte de la comunidad astronómica europea ya la conocía informalmente, para entonces tenía casi completada la redacción de su gran obra.
- Aún con toda presión que tan amplia expectativa suponía, su obra final “De revolutionibus orbium coelestium” (de las revoluciones de las esferas celestes), esperaría hasta 1543 para publicarse poco antes de morir por una enfermedad el 24 de mayo en Frauenburg, Polonia. Copérnico se vale para construir su tesis final, de sus cálculos propios y antiguos escritos de filósofos griegos sobre el movimiento terrestre donde ya los Pitagóricos creían en el movimiento terrestre, las obras de Peurbach, Regiomontano y Sacrobosco que conoció en Padua, pero en cuanto al heliocentrismo, es reconocido que la idea no era totalmente nueva ya que en la antigua Grecia Aristarco de Samos (310-230 AC) enseñaba que la Tierra y todos los demás planetas giraban alrededor del Sol, pero curiosamente Aristarco no es nombrado en su obra; entonces Copérnico rescata ideas previas desechadas por el sentido común pero ahora las había estructurado con sentido científico, en cuanto a instrumental, se valió del Cuadrante, el Astrolabio y el “instrumento paraláctico”, con los cuales realiza por años, observaciones de los astros desde su torre, terminando ellas con las apreciaciones de Venus en 1529 cuando contaba con 56 años de edad.
- La obra consta de seis tomos e incluye insólitos y largos documentos introductorios como advertencias al lector de parte de su editor Andreas Osiander sobre las pretensiones de la obra que supuestamente no intentaba exceder la significancia de un modelo matemático, incluye la carta del cardenal Schönberg a Copérnico de 1536 y una excelsa dedicatoria del propio Copérnico al Papa Pablo III, en especial esta última reconoce su probable censura al trastocar la inamovilidad terrestre del modelo Ptolemaico, por lo cual dudó de su publicación, explica como se le ocurre cambiar el modelo, cuenta sobre las discrepancias con sus colegas matemáticos y astrónomos para esbozar una teoría unánime en cuanto a duración del año, regularidad de movimientos de astros como los movimientos del Sol y la Luna, inclusive en hallar la forma del mundo y en cuanto a una inmutable simetría de sus partes, sugiriendo que si él tuviera el éxito en predecir la astronomía con mayor exactitud, le sería de utilidad a la iglesia en desarrollar un calendario más exacto, lo que por entonces era de interés para la iglesia y razón por la que ésta financiaba la astronomía.
- Puede considerarse el libro de Copérnico como la partida de nacimiento de la astronomía moderna propiamente dicha, siendo como teoría, novedosamente devastadora poniendo en tela de juicio un principio básico que consideraba el lugar del hombre y su hogar en el mundo en tiempos de vigencia de las ideas de Aristóteles y de Claudio Ptolomeo, que afirmaban que la tierra se hallaba estática y que tanto el Sol como los planetas giraban a su alrededor; aunque revolucionaria su idea, no dejaba de mantener lazos con algunos principios provenientes de la cosmología de la antigüedad, como la idea de un Universo finito y cerrado (lo que daría píe a que sus sucesores planteasen la idea de un Universo infinito) y de las esferas dentro de las cuales se encontraban los planetas y la esfera exterior que era también estacionaria donde estaban inmóviles las estrellas, las premisas platónicas seguían vigentes en los dos grandes principios de uniformidad y circularidad de un universo finito, el principio de órbitas circulares y velocidades constantes para el movimiento de los planetas alrededor del sol consideraba era el exclusivo que se adecuaba a la naturaleza de los cuerpos celestes. Inicialmente como era de esperarse al publicarse oficialmente, fue tomada con escepticismo entre buena parte de la comunidad científica. Resultaba que al realizar sus observaciones astronómicas, Copérnico descubrió anomalías en el sistema de Ptolomeo y cuestionó los puntos centrales de la doctrina, culminando filosóficamente con la idea del hombre ya no como centro físico sino como centro racional del universo. Aunque los conceptos de su teoría superaban a los de Ptolomeo, esta última tenía mejores aspectos cuantitativos en cuanto a cálculos, lo que verificaron las observaciones del gran observador de la astronomía Tycho Brahe.
- Copérnico razona en primer lugar incidiendo en los vacíos que dejaba el sistema de esferas concéntricas en cuanto a algunos movimientos planetarios como las aparentes remontadas y bajadas de los cuerpos celestes por los cielos, movimientos aparentemente retrógrados de Marte, Júpiter y Saturno luego de “detenerse”, se pensaba que los planetas giraban en una orbita circular denominada epiciclo, y que el centro de cada epiciclo giraba alrededor de la Tierra, trazando lo que denominaban una trayectoria deferente que no iba acorde con la concentricidad, la teoría de Ptolomeo requería ciertos ecuantes con velocidades variantes no uniformes – lo que no concordaba con las normas del movimiento absoluto que exigía movimiento uniforme en torno de su propio centro – y debía explicar las anomalías aparentes en el marco de un sistema esférico. Para llegar a una explicación, Copérnico debía tomar nuevos axiomas o postulados principales, eliminando en su sistema los ecuantes, plantea que no existe un centro de gravedad único común a todas las esferas celestes, y que además el centro de La Tierra no es el centro del Universo, el Sol permanece quieto y la Tierra se mueve, todas las esferas giraban – en el siguiente orden: Mercurio, Venus, la Tierra y la Luna, Marte, Júpiter, Saturno – alrededor del sol como de su punto medio y centro de giro de ellas y por lo tanto, el sol está en las proximidades del centro del Mundo, concluyendo que los movimientos celestes son uniformes, eternos, y circulares o compuestos de diversos ciclos (epiciclos).
- La Tierra pasaba de concebirse estática a tener tres movimientos: rotación diaria o giro sobre si mismo en el lapso de un día, la revolución alrededor del sol en un año y la inclinación de su eje en su movimiento rotatorio a manera de trompo que servía para explicar los Equinoccios.
- El aparente movimiento retrógrado ó todo movimiento directo aparente de los planetas que se percibe en los cielos era explicado por el movimiento de la Tierra, lo que nos parece movimiento del sol no proviene del movimiento de éste, sino del movimiento de la tierra y de nuestra esfera, junto con la cual giramos en derredor del sol como el resto de planetas. El movimiento de la tierra por sí solo explicaba las aparentes anomalías de los cielos, los sentidos nos engañaban, cualquier movimiento que parezca realizado en la esfera de las estrellas no es tal, lo que se mueve es la Tierra.
- El plantear la hipótesis de que la Tierra se mueve sirve para explicar muchas de las irregularidades de los movimientos del Universo: elimina antiguos problemas y herramientas complicadas como los ecuantes, las esferas celestes, etc. Tenía la ventaja de poder explicar los cambios diarios y anuales del Sol y las estrellas, así como el aparente movimiento retrógrado de Marte, Júpiter y Saturno, y la razón por la que Venus y Mercurio nunca se alejaban más allá de una distancia determinada del Sol.
- Importante consecuencia del sistema era el nuevo orden de alineación de los planetas según sus periodos de rotación, y la conclusión que cuanto mayor era el radio de la órbita de un planeta, más tiempo tardaba en dar una vuelta completa alrededor del Sol, de igual manera según el mismo orden un planeta aventaja a otro en velocidad de traslación según se describa círculos menores a mayores, Saturno demora treinta años en una revolución completa, Júpiter, doce años; Marte, dos y medio años; la Tierra un año, Venus, nueve meses y Mercurio, tres meses.
- Para explicar la inexistencia del paralelaje en la observación de las estrellas, estas se considerarían objetos a distancia infinita muy superior a lo que se pensaba anteriormente, estas permanecen fijas en una esfera inmóvil y por lo tanto no orbitan alrededor del Sol. Así con el helioestatismo y el heliocentrismo quedando instalados como conclusiones capitales, Copérnico abría una gran veta a los descubrimientos astronómicos posteriores.
- En el siglo XVI, la idea de que la Tierra perdía su inamovilidad era difícil de asimilar, por ello entre 1543 en que se publica y 1600, Copérnico tuvo pocos seguidores – muchos de ellos servían a la corte de reyes, príncipes y emperadores – y fue objeto de numerosas críticas en especial dentro de la Iglesia por negar que la Tierra fuera el centro del Universo contraviniendo dogmas sobre la posición del hombre en el universo, incluso dentro el protestantismo, el mismo Martín Lutero calificó a Copérnico como “un necio advenedizo que quería trastocar al revés la astronomía intentando demostrar que es la Tierra quien gira y no el cielo o el firmamento, el Sol y la Luna”, en el mismo sentido se pronunció Calvino, ambos basándose en la biblia como autoridad suprema citando la leyenda de Josué que ordenó detenerse al sol, Calvino años después quemaba a Miguel Servet por contravenir su opinión.
- La teoría de Copérnico como era de esperarse, fue proscrita, Giordano Bruno pagaría un día las consecuencias de su proselitismo, y en 1616 la Inquisición dictaminó: “La doctrina que asegura que el Sol está inmóvil en el centro del mundo es falsa y absurda,
formalmente herética y contraria a las Escrituras ...”, y “De revolutionibusorbium coelestium” de Copérnico fue indexado entre los libros prohibidos, aunque vuelto a imprimir en 1620 solo para efectos de ser usadas solo para cálculos con advertencias sobre la falsedad de las hipótesis, mientras el autor seguía censurado, pero en el Norte de Europa algunos jesuitas la estudiaban y enseñaban en secreto.
- Entre sus seguidores posteriores se contaron Galileo y Johannes Kepler que especulaban sobre sus apreciaciones de la teoría de Copérnico. En 1588, Tycho Brahe, un enemigo del Copernicanismo, llega a una conclusión intermedia en la que la Tierra permanecía estática y el resto de los planetas giraban alrededor del Sol, que a su vez giraba también alrededor de la Tierra, Brahe era considerado el mejor observador astronómico pese a no contar con telescopios – sino con instrumentos de medición – y legó sus tablas astronómicas de una precisión sorprendente, de los que se valdría luego Johannes Kepler quien en su publicación de 1596 “Misterium Cosmographicum” resaltaba las ventajas del sistema de Copérnico respecto al de Ptolomeo, si bien Kepler divagó un tiempo en especulaciones plátonico-pitagóricas geométricas, luego al tener en sus manos los datos de Brahe atesorados en largos años de observaciones – Brahe temía en vida que Copérnico use sus datos para afirmar el sistema de Copérnico en vez del modelo intermedio de Brahe –, empezó a buscar un modelo que se ajuste a las cuestiones cuantitativas – punto flaco de la tesis de Copérnico – dentro del sistema circular, pero al ver luego de muchos intentos, que no encajaban los datos experimentales de Brahe con un sistema circular, asume órbitas elípticas para los movimientos planetarios con el sol en uno de sus focos, lo que publica en 1609, además especula que la causa de los movimientos celestes era el Sol y que debía existir una fuerza motriz que mantenía a los planetas en sus órbitas y que ésta debía decrecer con la distancia, creyéndola de naturaleza magnética sin mencionar atracción. Pero la credibilidad del sistema de Copérnico se afianzó con el telescopio y las observaciones de Galileo, el poco ortodoxo físico para la época al introducir el método experimental en medio de una multitud de aristotélicos, antes del telescopio no había manera experimental de comprobar la veracidad de alguno de los sistemas, además de sus conocidos aportes en la dinámica, Galileo se convierte al sistema de Copérnico al mirar por el telescopio donde observó infinidad de estrellas que no podían estar a la misma distancia deduciendo que el Universo debía ser infinito, vio el aumento de tamaño de los planetas lo que no ocurría con el tamaño de las estrellas por lo que como afirmaba Copérnico, debían estar muy lejos como para no detectar su paralelaje, al mirar a la Luna y luego el Sol descubrió que rotaba, lo que perfectamente podía hacer también la tierra, al ver los satélites de Júpiter girando alrededor del gigante estaba claro que no todos los cuerpos giraban alrededor de la Tierra, con el estudio de Venus tuvo la definitiva seguridad de que Copérnico tenía razón. La historia alrededor de la relación entre Galileo y la Iglesia también merece un apartado. Ya el siglo XVII la teoría recibe un nuevo y definitivo impulso con la medición del paralelaje estelar de la estrella 61 Cygni por parte de F.W. Bessel y la formulación de la Ley de Gravedad de Newton, mientras el catolicismo del Sur de Europa tardaría un siglo más en reconocer la inevitable validez del heliocentrismo. Pero Copérnico había sentado las bases más primigenias de la astronomía moderna que permitieron los espectaculares descubrimientos futuros de Newton.
- El hecho de la demora de la publicación de “De las revoluciones de las esferas celestes” se ha prestado a diversas especulaciones sobre la verdadera causa de tal retraso, considerando entre ellas un natural temor a cometer errores en la concepción de la tesis – lo que algunos inclusive consideran la principal causa del retraso –, era muy probable que retar la ideología predominante y aceptada por el sentido común y la iglesia medieval, basada en principios aristotélicos que construyeron una doctrina global que incluía coherentemente – en apariencia – diversas vertientes del conocimiento y que parecía indestructible luego de más de mil años influyendo en la marcha de la cultura humana, junto a la inevitable conclusión filosófica cambiando un cosmos cerrado con el hombre y su hogar en el centro por un cosmos con el Sol como centro debió pesar para hacerlo dudar de la publicación, también se ha atribuido a que siguiendo preceptos pitagóricos exclusivistas prefería mantenerlo en el seno de una élite intelectual, lo que parece de poco peso como causa de la demora.
- No puede menospreciarse entre las causas mas probables, el hecho de la teoría surge en el siglo XV en un momento difícil para pensar en difundirla, con una fractura en la unidad de la Iglesia por la irrupción del Protestantismo y Luteranismo desde 1517, hubiese servido para avivar el fuego en un momento delicado para la autoridad de la Iglesia, ello seguramente influyó en esta demora temiendo con no poca razón alguna condena mediática, es conocido el destino que tuvo Galileo por sostener la tesis copernicana en 1633.
- A poco de la publicación de su obra, en 1545 se inicia el Concilio de Trento en cual al finalizar en 1563 reafirma el dogma ante las tendencias reformistas, lo cual se refuerza con las acciones de los Papas Pío V y Gregorio XIII que inician una agresiva política para recuperar su influencia católica en los países donde el protestantismo ganaba terreno, pero era inevitable que las observaciones astronómicas durante fines del siglo XVI y las de Copérnico minaban esa autoridad y credibilidad de la filosofía que la sustentaba, la Iglesia protestante es la primera en aceptar el heliocentrismo, pero la Iglesia católica mas bien ofrecería tenaz resistencia mediante la Inquisición y convierte a la doctrina en enemiga, pese a que inicialmente le permitió escribirla y publicarla, incluso voces dentro de la Iglesia como la del Cardenal de Capua animaron en vida insistentemente a Copérnico a divulgar sus teorías; también considerándola solamente a modo de especulaciones hipotéticas, la teoría heliocéntrica fue utilizada en la época de Gregorio XIII en el siglo XVI para la reforma del calendario sustentado en la mayor sencillez de los cálculos respecto al modelo de Ptolomeo, sin necesidad de cantidad de artilugios geométricos para explicar la retrogradación de los planetas.
- Es decir, tomado como un frío sistema de cálculos que coincidían con las observaciones, antes que como reflejo de la realidad – como lo entendió y lo propondría Galileo después – la Iglesia no la reprochaba, el problema para ella venía con el carácter final que se le pretendía dar al sacar conclusiones. Por ello intuyendo esa inevitable reacción, su primer editor, el pastor protestante Andreas Osiander, trata de salvar esa eventualidad en el largo prólogo ya descrito, intentando presentarla como un simple supuesto simplemente con ventaja didáctica y sin que signifique necesariamente la realidad probable, dejando la libre interpretación de la verdad para los filósofos que en vano buscaban algo que estaba en un plano divino fuera del alcance de los mortales, renunciando supuestamente a conocer el verdadero movimiento de los astros y contentándose con poder predecirla, sin pretensiones mayores de describir fielmente la realidad; pese a cualquier excusa editorial que trataba de mantenerla al margen de las represalias, la obra era demasiada revolucionaria, el espíritu de Copérnico más bien iba en ese sentido de describir un hecho concreto real, espíritu que Galileo expresó después explícita y peligrosamente. Aunque con la explicación de Osiander sobre la teoría en el prefacio de la obra haciendo las salvedades, los protestantes empezaron a adoptar el copernicanismo a principios del siglo XVII pero la iglesia Católica apenas iniciaba su persecución, sólo en Octubre de 1992 la Iglesia Católica reconoció oficialmente su error.
- Curiosamente la obra que tantos dolores despertaría luego en la iglesia que la colocaría en la lista de obras prohibidas, llevó una suntuosa dedicatoria como “Santísimo señor Pablo III", del propio autor para con el obispo de Roma en aquel tiempo, tal vez como una ironía. Copérnico, un hombre ligado en sinceridad a una doctrina religiosa hasta el final – tal es que inclusive sus restos fueron hallados en 2005 en una iglesia polaca –, fue quien inició el derrumbe de un mito desde el propio interior del monstruo.