miércoles, 4 de noviembre de 2009

DOS REVOLUCIONES CIENTIFICAS NACIDAS EN LA IGLESIA: (I)


- El intentar explicar el origen de todo cuanto existe y nuestro lugar en ese Universo, siempre fue anhelo obsesivo y tema cardinal de controversia entre diversas corrientes del pensamiento humano que se atribuyeron desde siempre la autoridad para sustentarla y/o discutirla; en especial ha sido punto de desencuentro entre dos principales pilares culturales que teorizan sobre ello, la Ciencia y la Religión. Ellas marcharon y convivieron con distintas jerarquías de relación en el tiempo, alguna vez una subordinada a la sombra de la otra por la razón de la fuerza y el fanatismo irracional, luego ante la evidencia objetiva y experimental la ciencia tomará el lugar preponderante que le corresponde entre los logros del intelecto humano. Pero en el transcurso de esa historia se escriben dos paradojas bastante significativas, en el hecho que dos los descubrimientos capitales – y acontecimientos felices para la humanidad – de la ciencia y que incluso contribuyeron a derribar mitos filosóficos y teológicos geocentristas y creacionistas, nacieron precisamente en la inspiración de hombres ligados a la institución católica, aunque en el primer caso la represión clerical vigente por entonces no dejó de hacer sentir su temible poder intimidatorio para que su autor lo publicara revestido de diversas sutilezas eufemísticas.
- Nicolás Copérnico nació en Polonia en el seno de una acomodada familia de comerciantes, toda su vida estuvo influenciada por la doctrina católica a la que estuvo ligada formalmente y fue fiel como hombre de su tiempo, y es más, le adeuda la generosidad de oportunidades de desarrollo que tuvo, no solo a su importante patrimonio familiar, sino también a su cercanía a la Iglesia romana que le permitió desenvolverse sin sobresaltos en sus conocimientos. Al perder a su padre tempranamente en la infancia, su tío Lucas Watzenrode, un importante canónigo de la catedral de Frauenburg y posteriormente obispo de Warmia, toma la tutoría de su educación y tuvo la acertada visión de llevarlo a ilustrarse en diferentes vertientes de la Ciencia, Letras, Jurisprudencia y Teología, pasando por las importantes Universidades de Cracovia, Padua y Bolonia, esta última donde se forma en derecho canónigo y además cultiva la Astronomía que era una de sus aficiones y conoce al Profesor Domenico María Novara quien era crítico del sistema de Ptolomeo y de quien llega a ser asistente, además aprende con la literatura clásica el idioma griego lo que le permitió el acceso interpretativo a los libros originales de los antiguos astrónomos griegos. Después toma cursos en París y en 1500 se doctoró en astronomía en Roma siendo nombrado Profesor en esa Universidad, pero sus cuestionamientos de conciencia al modelo Ptolemaico en boga por entonces considerando un universo geocéntrico, lo llevan a renunciar a esa cátedra; en Ferrara, Bolonia obtiene el grado de Doctor en Derecho Canónico en 1503 y luego vuelve a su país ya ordenado sacerdote para instalarse permanentemente y donde gracias a los oficios de su tío se le concede una canonjía y se incorpora a la corte episcopal en el castillo de Lidzbark en calidad de consejero de confianza. Al fallecer el Obispo en 1512 fija su residencia en Frauenburg y es nombrado canónigo en la Catedral de esa ciudad, ejerciendo funciones de Canciller diplomático, administrador de los bienes y servicios de la diócesis de Warmia, pero además producto de su formación científica inicia un apasionado trabajo paralelo observando el firmamento y registrando posiciones del Sol, días y horas de eclipses, ocultaciones y conjunciones, todo lo referente a lo astronómico que por entonces era apoyado por el sistema eclesiástico por razones de interés en reformar el calendario Juliano vigente desde la antigüedad precristiana, así fue construyendo una monumental y trascendental obra; si bien Copérnico no recibió las órdenes sagradas se mantuvo hasta el final en su empleo de canónigo.
- Como consecuencia de tan variada formación recibida, fue inevitable dar rienda suelta a sus inquietudes en el campo de la astronomía, y buscar soluciones a las fisuras del vigente modelo Ptolemaico armónico y homogéneo, los que estaban expresados en la antiquísima y celebrada obra “Almagesto”. Entre los años 1507 y 1515 redacta los primeros esbozos de su teoría, los que hace circular discretamente entre los astrónomos de la época en una serie limitada de breves manuscritos con el nombre de “The hypothesibus motuum coelestium a se constitutis commentariolus” – que recién se editaría en el siglo XIX – exponiendo ya su concepción heliocéntrica sin apelar aún a demostraciones matemáticas, la cual le permite empezar a ganar una respetable reputación, allí describe el sistema solar señalando la ubicación de los planetas según su distancia respecto del Sol.
- Entre 1513 y 1515 participa en la reforma del calendario juliano, la modificación de esta era una entusiasta inquietud por parte de la iglesia católica que tenía como finalidad instalar un permanente y definitivo calendario, importante para la instauración de las fiestas de carácter religioso como la Pascua, e involuntariamente fue motivo para marchar hacia una nueva concepción cósmica. Se requería para un buen calendario el conocer la duración exacta del año trópico – tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos del Sol por el mismo punto equinoccial –, y la del año sidéreo – el tiempo que tarda el Sol en pasar dos veces consecutivas sobre el fondo de una misma estrella –, el calendario vigente por entonces era el impuesto por Julio César y se basaba en los cálculos de Socígenes de Alejandría que estimó el año trópico en 365 días y 6 horas; la cifra estimada para el nuevo calendario basada en los cálculos de Copérnico era de 365 días 5 horas y 46 segundos, por tanto 11 minutos y 14 segundos menos, calculándose que pasados cuatro siglos se verificaba un desfase de 3 días y casi 3 horas lo que daba un retraso acumulado para el siglo XVI de 11 días sobre el tiempo astronómico. La reforma definitiva del nuevo calendario la llevó a cabo el jesuita y astrónomo Christoforo Clavius y fue llevada a cabo en 1582, bajo el mandato del papa Gregorio XIII – de ahí el nombre calendario gregoriano – y fue adoptado inmediatamente por los católicos mientras los protestantes esperaron entre 1700 y 1753, pero los ortodoxos esperaron hasta comienzos del siglo XX. En 1524 publica otra obra con el título “De octava sphaera” conocido también como “Carta a Wapowski” donde se limita a hacer observaciones de algunos detalles de un tratado Del movimiento de la octava esfera de Juan Werner de Nüremberg sin exponer su modelo heliocéntrico.
- Se cree desde esos años inicia la redacción de su principal obra que le llevaría casi un cuarto de siglo de trabajo, sin publicarlo aún formalmente, antes de ello como se mencionó, Copérnico publicó algunos manuscritos y las primeras noticias sobre sus investigaciones fueron divulgándose de manera no oficial, en 1533 estas llegan a conocimiento del papa Clemente VII y la corte papal lo somete a discusión, incluso el Papa lo anima a escribir un tratado detallando su tesis, en 1536 el cardenal arzobispo de Capua, Nicolás Schonberg (procurador general de los dominicos) también le insta epistolarmente desde Roma a dar a conocer sus descubrimientos cuando buena parte de la comunidad astronómica europea ya la conocía informalmente, para entonces tenía casi completada la redacción de su gran obra.
- Aún con toda presión que tan amplia expectativa suponía, su obra final “De revolutionibus orbium coelestium” (de las revoluciones de las esferas celestes), esperaría hasta 1543 para publicarse poco antes de morir por una enfermedad el 24 de mayo en Frauenburg, Polonia. Copérnico se vale para construir su tesis final, de sus cálculos propios y antiguos escritos de filósofos griegos sobre el movimiento terrestre donde ya los Pitagóricos creían en el movimiento terrestre, las obras de Peurbach, Regiomontano y Sacrobosco que conoció en Padua, pero en cuanto al heliocentrismo, es reconocido que la idea no era totalmente nueva ya que en la antigua Grecia Aristarco de Samos (310-230 AC) enseñaba que la Tierra y todos los demás planetas giraban alrededor del Sol, pero curiosamente Aristarco no es nombrado en su obra; entonces Copérnico rescata ideas previas desechadas por el sentido común pero ahora las había estructurado con sentido científico, en cuanto a instrumental, se valió del Cuadrante, el Astrolabio y el “instrumento paraláctico”, con los cuales realiza por años, observaciones de los astros desde su torre, terminando ellas con las apreciaciones de Venus en 1529 cuando contaba con 56 años de edad.
- La obra consta de seis tomos e incluye insólitos y largos documentos introductorios como advertencias al lector de parte de su editor Andreas Osiander sobre las pretensiones de la obra que supuestamente no intentaba exceder la significancia de un modelo matemático, incluye la carta del cardenal Schönberg a Copérnico de 1536 y una excelsa dedicatoria del propio Copérnico al Papa Pablo III, en especial esta última reconoce su probable censura al trastocar la inamovilidad terrestre del modelo Ptolemaico, por lo cual dudó de su publicación, explica como se le ocurre cambiar el modelo, cuenta sobre las discrepancias con sus colegas matemáticos y astrónomos para esbozar una teoría unánime en cuanto a duración del año, regularidad de movimientos de astros como los movimientos del Sol y la Luna, inclusive en hallar la forma del mundo y en cuanto a una inmutable simetría de sus partes, sugiriendo que si él tuviera el éxito en predecir la astronomía con mayor exactitud, le sería de utilidad a la iglesia en desarrollar un calendario más exacto, lo que por entonces era de interés para la iglesia y razón por la que ésta financiaba la astronomía.
- Puede considerarse el libro de Copérnico como la partida de nacimiento de la astronomía moderna propiamente dicha, siendo como teoría, novedosamente devastadora poniendo en tela de juicio un principio básico que consideraba el lugar del hombre y su hogar en el mundo en tiempos de vigencia de las ideas de Aristóteles y de Claudio Ptolomeo, que afirmaban que la tierra se hallaba estática y que tanto el Sol como los planetas giraban a su alrededor; aunque revolucionaria su idea, no dejaba de mantener lazos con algunos principios provenientes de la cosmología de la antigüedad, como la idea de un Universo finito y cerrado (lo que daría píe a que sus sucesores planteasen la idea de un Universo infinito) y de las esferas dentro de las cuales se encontraban los planetas y la esfera exterior que era también estacionaria donde estaban inmóviles las estrellas, las premisas platónicas seguían vigentes en los dos grandes principios de uniformidad y circularidad de un universo finito, el principio de órbitas circulares y velocidades constantes para el movimiento de los planetas alrededor del sol consideraba era el exclusivo que se adecuaba a la naturaleza de los cuerpos celestes. Inicialmente como era de esperarse al publicarse oficialmente, fue tomada con escepticismo entre buena parte de la comunidad científica. Resultaba que al realizar sus observaciones astronómicas, Copérnico descubrió anomalías en el sistema de Ptolomeo y cuestionó los puntos centrales de la doctrina, culminando filosóficamente con la idea del hombre ya no como centro físico sino como centro racional del universo. Aunque los conceptos de su teoría superaban a los de Ptolomeo, esta última tenía mejores aspectos cuantitativos en cuanto a cálculos, lo que verificaron las observaciones del gran observador de la astronomía Tycho Brahe.
- Copérnico razona en primer lugar incidiendo en los vacíos que dejaba el sistema de esferas concéntricas en cuanto a algunos movimientos planetarios como las aparentes remontadas y bajadas de los cuerpos celestes por los cielos, movimientos aparentemente retrógrados de Marte, Júpiter y Saturno luego de “detenerse”, se pensaba que los planetas giraban en una orbita circular denominada epiciclo, y que el centro de cada epiciclo giraba alrededor de la Tierra, trazando lo que denominaban una trayectoria deferente que no iba acorde con la concentricidad, la teoría de Ptolomeo requería ciertos ecuantes con velocidades variantes no uniformes – lo que no concordaba con las normas del movimiento absoluto que exigía movimiento uniforme en torno de su propio centro – y debía explicar las anomalías aparentes en el marco de un sistema esférico. Para llegar a una explicación, Copérnico debía tomar nuevos axiomas o postulados principales, eliminando en su sistema los ecuantes, plantea que no existe un centro de gravedad único común a todas las esferas celestes, y que además el centro de La Tierra no es el centro del Universo, el Sol permanece quieto y la Tierra se mueve, todas las esferas giraban – en el siguiente orden: Mercurio, Venus, la Tierra y la Luna, Marte, Júpiter, Saturno – alrededor del sol como de su punto medio y centro de giro de ellas y por lo tanto, el sol está en las proximidades del centro del Mundo, concluyendo que los movimientos celestes son uniformes, eternos, y circulares o compuestos de diversos ciclos (epiciclos).
- La Tierra pasaba de concebirse estática a tener tres movimientos: rotación diaria o giro sobre si mismo en el lapso de un día, la revolución alrededor del sol en un año y la inclinación de su eje en su movimiento rotatorio a manera de trompo que servía para explicar los Equinoccios.
- El aparente movimiento retrógrado ó todo movimiento directo aparente de los planetas que se percibe en los cielos era explicado por el movimiento de la Tierra, lo que nos parece movimiento del sol no proviene del movimiento de éste, sino del movimiento de la tierra y de nuestra esfera, junto con la cual giramos en derredor del sol como el resto de planetas. El movimiento de la tierra por sí solo explicaba las aparentes anomalías de los cielos, los sentidos nos engañaban, cualquier movimiento que parezca realizado en la esfera de las estrellas no es tal, lo que se mueve es la Tierra.
- El plantear la hipótesis de que la Tierra se mueve sirve para explicar muchas de las irregularidades de los movimientos del Universo: elimina antiguos problemas y herramientas complicadas como los ecuantes, las esferas celestes, etc. Tenía la ventaja de poder explicar los cambios diarios y anuales del Sol y las estrellas, así como el aparente movimiento retrógrado de Marte, Júpiter y Saturno, y la razón por la que Venus y Mercurio nunca se alejaban más allá de una distancia determinada del Sol.
- Importante consecuencia del sistema era el nuevo orden de alineación de los planetas según sus periodos de rotación, y la conclusión que cuanto mayor era el radio de la órbita de un planeta, más tiempo tardaba en dar una vuelta completa alrededor del Sol, de igual manera según el mismo orden un planeta aventaja a otro en velocidad de traslación según se describa círculos menores a mayores, Saturno demora treinta años en una revolución completa, Júpiter, doce años; Marte, dos y medio años; la Tierra un año, Venus, nueve meses y Mercurio, tres meses.
- Para explicar la inexistencia del paralelaje en la observación de las estrellas, estas se considerarían objetos a distancia infinita muy superior a lo que se pensaba anteriormente, estas permanecen fijas en una esfera inmóvil y por lo tanto no orbitan alrededor del Sol. Así con el helioestatismo y el heliocentrismo quedando instalados como conclusiones capitales, Copérnico abría una gran veta a los descubrimientos astronómicos posteriores.
- En el siglo XVI, la idea de que la Tierra perdía su inamovilidad era difícil de asimilar, por ello entre 1543 en que se publica y 1600, Copérnico tuvo pocos seguidores – muchos de ellos servían a la corte de reyes, príncipes y emperadores – y fue objeto de numerosas críticas en especial dentro de la Iglesia por negar que la Tierra fuera el centro del Universo contraviniendo dogmas sobre la posición del hombre en el universo, incluso dentro el protestantismo, el mismo Martín Lutero calificó a Copérnico como “un necio advenedizo que quería trastocar al revés la astronomía intentando demostrar que es la Tierra quien gira y no el cielo o el firmamento, el Sol y la Luna”, en el mismo sentido se pronunció Calvino, ambos basándose en la biblia como autoridad suprema citando la leyenda de Josué que ordenó detenerse al sol, Calvino años después quemaba a Miguel Servet por contravenir su opinión.
- La teoría de Copérnico como era de esperarse, fue proscrita, Giordano Bruno pagaría un día las consecuencias de su proselitismo, y en 1616 la Inquisición dictaminó: “La doctrina que asegura que el Sol está inmóvil en el centro del mundo es falsa y absurda,
formalmente herética y contraria a las Escrituras ...”, y “De revolutionibusorbium coelestium” de Copérnico fue indexado entre los libros prohibidos, aunque vuelto a imprimir en 1620 solo para efectos de ser usadas solo para cálculos con advertencias sobre la falsedad de las hipótesis, mientras el autor seguía censurado, pero en el Norte de Europa algunos jesuitas la estudiaban y enseñaban en secreto.
- Entre sus seguidores posteriores se contaron Galileo y Johannes Kepler que especulaban sobre sus apreciaciones de la teoría de Copérnico. En 1588, Tycho Brahe, un enemigo del Copernicanismo, llega a una conclusión intermedia en la que la Tierra permanecía estática y el resto de los planetas giraban alrededor del Sol, que a su vez giraba también alrededor de la Tierra, Brahe era considerado el mejor observador astronómico pese a no contar con telescopios – sino con instrumentos de medición – y legó sus tablas astronómicas de una precisión sorprendente, de los que se valdría luego Johannes Kepler quien en su publicación de 1596 “Misterium Cosmographicum” resaltaba las ventajas del sistema de Copérnico respecto al de Ptolomeo, si bien Kepler divagó un tiempo en especulaciones plátonico-pitagóricas geométricas, luego al tener en sus manos los datos de Brahe atesorados en largos años de observaciones – Brahe temía en vida que Copérnico use sus datos para afirmar el sistema de Copérnico en vez del modelo intermedio de Brahe –, empezó a buscar un modelo que se ajuste a las cuestiones cuantitativas – punto flaco de la tesis de Copérnico – dentro del sistema circular, pero al ver luego de muchos intentos, que no encajaban los datos experimentales de Brahe con un sistema circular, asume órbitas elípticas para los movimientos planetarios con el sol en uno de sus focos, lo que publica en 1609, además especula que la causa de los movimientos celestes era el Sol y que debía existir una fuerza motriz que mantenía a los planetas en sus órbitas y que ésta debía decrecer con la distancia, creyéndola de naturaleza magnética sin mencionar atracción. Pero la credibilidad del sistema de Copérnico se afianzó con el telescopio y las observaciones de Galileo, el poco ortodoxo físico para la época al introducir el método experimental en medio de una multitud de aristotélicos, antes del telescopio no había manera experimental de comprobar la veracidad de alguno de los sistemas, además de sus conocidos aportes en la dinámica, Galileo se convierte al sistema de Copérnico al mirar por el telescopio donde observó infinidad de estrellas que no podían estar a la misma distancia deduciendo que el Universo debía ser infinito, vio el aumento de tamaño de los planetas lo que no ocurría con el tamaño de las estrellas por lo que como afirmaba Copérnico, debían estar muy lejos como para no detectar su paralelaje, al mirar a la Luna y luego el Sol descubrió que rotaba, lo que perfectamente podía hacer también la tierra, al ver los satélites de Júpiter girando alrededor del gigante estaba claro que no todos los cuerpos giraban alrededor de la Tierra, con el estudio de Venus tuvo la definitiva seguridad de que Copérnico tenía razón. La historia alrededor de la relación entre Galileo y la Iglesia también merece un apartado. Ya el siglo XVII la teoría recibe un nuevo y definitivo impulso con la medición del paralelaje estelar de la estrella 61 Cygni por parte de F.W. Bessel y la formulación de la Ley de Gravedad de Newton, mientras el catolicismo del Sur de Europa tardaría un siglo más en reconocer la inevitable validez del heliocentrismo. Pero Copérnico había sentado las bases más primigenias de la astronomía moderna que permitieron los espectaculares descubrimientos futuros de Newton.
- El hecho de la demora de la publicación de “De las revoluciones de las esferas celestes” se ha prestado a diversas especulaciones sobre la verdadera causa de tal retraso, considerando entre ellas un natural temor a cometer errores en la concepción de la tesis – lo que algunos inclusive consideran la principal causa del retraso –, era muy probable que retar la ideología predominante y aceptada por el sentido común y la iglesia medieval, basada en principios aristotélicos que construyeron una doctrina global que incluía coherentemente – en apariencia – diversas vertientes del conocimiento y que parecía indestructible luego de más de mil años influyendo en la marcha de la cultura humana, junto a la inevitable conclusión filosófica cambiando un cosmos cerrado con el hombre y su hogar en el centro por un cosmos con el Sol como centro debió pesar para hacerlo dudar de la publicación, también se ha atribuido a que siguiendo preceptos pitagóricos exclusivistas prefería mantenerlo en el seno de una élite intelectual, lo que parece de poco peso como causa de la demora.
- No puede menospreciarse entre las causas mas probables, el hecho de la teoría surge en el siglo XV en un momento difícil para pensar en difundirla, con una fractura en la unidad de la Iglesia por la irrupción del Protestantismo y Luteranismo desde 1517, hubiese servido para avivar el fuego en un momento delicado para la autoridad de la Iglesia, ello seguramente influyó en esta demora temiendo con no poca razón alguna condena mediática, es conocido el destino que tuvo Galileo por sostener la tesis copernicana en 1633.
- A poco de la publicación de su obra, en 1545 se inicia el Concilio de Trento en cual al finalizar en 1563 reafirma el dogma ante las tendencias reformistas, lo cual se refuerza con las acciones de los Papas Pío V y Gregorio XIII que inician una agresiva política para recuperar su influencia católica en los países donde el protestantismo ganaba terreno, pero era inevitable que las observaciones astronómicas durante fines del siglo XVI y las de Copérnico minaban esa autoridad y credibilidad de la filosofía que la sustentaba, la Iglesia protestante es la primera en aceptar el heliocentrismo, pero la Iglesia católica mas bien ofrecería tenaz resistencia mediante la Inquisición y convierte a la doctrina en enemiga, pese a que inicialmente le permitió escribirla y publicarla, incluso voces dentro de la Iglesia como la del Cardenal de Capua animaron en vida insistentemente a Copérnico a divulgar sus teorías; también considerándola solamente a modo de especulaciones hipotéticas, la teoría heliocéntrica fue utilizada en la época de Gregorio XIII en el siglo XVI para la reforma del calendario sustentado en la mayor sencillez de los cálculos respecto al modelo de Ptolomeo, sin necesidad de cantidad de artilugios geométricos para explicar la retrogradación de los planetas.
- Es decir, tomado como un frío sistema de cálculos que coincidían con las observaciones, antes que como reflejo de la realidad – como lo entendió y lo propondría Galileo después – la Iglesia no la reprochaba, el problema para ella venía con el carácter final que se le pretendía dar al sacar conclusiones. Por ello intuyendo esa inevitable reacción, su primer editor, el pastor protestante Andreas Osiander, trata de salvar esa eventualidad en el largo prólogo ya descrito, intentando presentarla como un simple supuesto simplemente con ventaja didáctica y sin que signifique necesariamente la realidad probable, dejando la libre interpretación de la verdad para los filósofos que en vano buscaban algo que estaba en un plano divino fuera del alcance de los mortales, renunciando supuestamente a conocer el verdadero movimiento de los astros y contentándose con poder predecirla, sin pretensiones mayores de describir fielmente la realidad; pese a cualquier excusa editorial que trataba de mantenerla al margen de las represalias, la obra era demasiada revolucionaria, el espíritu de Copérnico más bien iba en ese sentido de describir un hecho concreto real, espíritu que Galileo expresó después explícita y peligrosamente. Aunque con la explicación de Osiander sobre la teoría en el prefacio de la obra haciendo las salvedades, los protestantes empezaron a adoptar el copernicanismo a principios del siglo XVII pero la iglesia Católica apenas iniciaba su persecución, sólo en Octubre de 1992 la Iglesia Católica reconoció oficialmente su error.
- Curiosamente la obra que tantos dolores despertaría luego en la iglesia que la colocaría en la lista de obras prohibidas, llevó una suntuosa dedicatoria como “Santísimo señor Pablo III", del propio autor para con el obispo de Roma en aquel tiempo, tal vez como una ironía. Copérnico, un hombre ligado en sinceridad a una doctrina religiosa hasta el final – tal es que inclusive sus restos fueron hallados en 2005 en una iglesia polaca –, fue quien inició el derrumbe de un mito desde el propio interior del monstruo.

DOS REVOLUCIONES CIENTIFICAS NACIDAS EN LA IGLESIA : (II)


- El siglo XX desde sus albores mostró un contexto mucho más amable para el avance de la ciencia a un ritmo casi exponencial en el campo de la física luego de la verificación de la Teoría de la Relatividad, los progresos de la Mecánica Cuántica, y las inquietudes por la cosmología, los cuales le permitieron al sacerdote y astrofísico belga Georges Lemaitre y otros científicos de su generación, desarrollar sus especulaciones sin los matices dramáticos que rodearon a Copérnico y sus continuadores inmediatos. Resuelto el enigma de la distribución y características de los astros de nuestro sistema doméstico, quedaba por descifrar el la génesis del Universo mismo, lo cual era un tema sin tesis científica convincente a la vista, lo que llevaba a pensar casi instintivamente a gran parte de la humanidad que el Universo estuvo desde siempre, cuando no lo pensaban concebido por un soplo divino, evidentemente se abría otro frente de batalla entre Ciencia y Religión.
- Georges Henri Joseph Édourd Lemaitre, se forma en las ciencias desde muy joven, estudia Ingeniería Civil en la Universidad de Lovaina, iniciando sus contactos con la física y las matemáticas de la Teoría de la relatividad, en 1920, el mismo año que recibe su doctorado ingresa al Seminario de Malinas y en 1923 es ordenado sacerdote, obtiene una beca del gobierno de su país para estudiar en el extranjero, llegando a las Universidades de Cambridge en Inglaterra y Massachusetts en EEUU, donde departe con eminentes astrónomos como Harlow Shapley y Arthur Eddington sobre el problema de las nebulosas cuando en esos días Edwin Hubble ya trabajaba en la estimación de las distancias a ellas utilizando las Cefeidas ó Velas cósmicas y Slipher estudiaba el desplazamiento hacia el rojo de esas nebulosas, retornando luego a la Universidad de Lovaina como catedrático.
- Aunque se le recordaría por su gran conclusión posterior del “Big Bang”, no puede desmerecerse también su adelantada noción sobre lo que se conocería luego como la Ley de Hubble; entre 1925 y 1927, regresa a Bruselas con una sólida base teórica y con el conocimiento de primera mano de datos experimentales astronómicos a los que tuvo acceso en los EEUU, entonces al introducir nuevas coordenadas para el universo de W. de Sitter que conducen a una relación lineal entre la distancia que separa dos partículas de nuestro universo y la velocidad a la que se separan, resuelve las ecuaciones de la Relatividad General de Einstein sobre el Universo entero independientemente de las soluciones de Alexander Friedman – solo que Lemaitre conoció los datos experimentales obtenidos sobre la velocidad de recesión de las galaxias –, los que llevaban a la conclusión de un Universo no estático y en expansión – lo que Einstein rechazó en su convicción – según una de las soluciones, y que es por ello que astrónomos como Slipher y Wirtz habían observado un corrimiento hacia el rojo de la luz de las nebulosas espirales.
- Ello lo llevó a predecir en1927 – dos años antes de que E. Hubble publicara la ley que ahora lleva su nombre – que las galaxias más lejanas se alejan a una velocidad mayor, estimando cuál era el valor de la llamada constante de Hubble que relaciona la velocidad de alejamiento de una galaxia con su distancia hasta nosotros, afirmando además, que esta velocidad de alejamiento procedía en último término de la expansión del espacio, algo que el mismo Hubble no aceptó inicialmente. Cuando Hubble publicó su trabajo después en 1929, el valor adjudicado a esta constante es casi igual que el predicho por Lemaitre dos años antes en 1927. Es decir, él no solamente halló las soluciones de un universo en expansión de las ecuaciones de Einstein, sino que afirmó que ésa era una traducción de lo real. La gran virtud intuitiva de Lemaitre fue la de armonizar los datos observacionales logrados en Estados Unidos por E. Hubble y H. Shapley con las soluciones de las ecuaciones de la relatividad general de Einstein. La ley de Hubble debería en justicia, también llevar el nombre de Lemaitre.
- Convencido de sus soluciones, Lemaitre envía su trabajo a Eddintong en 1927 quien inicialmente no le presta atención hasta que en una reunión de 1930 de la Royal Astronomical Society en Londres, Eddington y de Sitter discutían sobre cómo interpretar los datos sobre las galaxias obtenidos recientemente en Estados Unidos, lo que Lemaitre ya había resuelto antes y se los hizo saber, y esta vez sí, su trabajo fue reconocido, y en la siguiente reunión de la Royal Astronomical Society en ese mismo año, Eddintong presentó el modelo de Universo en expansión de Lemaitre, que será finalmente conocido como modelo de Eddington-Lemaitre.
- Escéptico al respecto, Einstein sin quererlo dejó su aporte a favor del Universo en expansión, cuando formula sus leyes de reingeniería del Cosmos, si bien él no pensó explicar si este Universo tuvo un origen – pues más bien tenía convencimiento de que este era inmóvil e infinito –, al conceptuar al Universo como una unidad Espacio y Tiempo deformable, hablaba de una nueva Teoría de Gravedad y se desprendía de ella que el universo estaba en expansión, de lo contrario todo tendría a juntarse en un universo estático por la gravedad y algo lo evitaba, Einstein creyó ver ese algo como una fuerza igual y opuesta a la gravedad que conservaba el universo estático y lo llamó Constante cósmica que pensó estaría oculta entre sus ecuaciones, pero inevitablemente se llegaría a deducir de sus conceptos en un Universo dinámico, con un inicio de todo lo existente si alguien se atrevía a pensarlo más allá. La confirmación del alejamiento de las galaxias llevaba a la natural hipótesis que alguna vez ellas estuvieron unidas en un punto, había que empezar por deducirlo, y de retroceder más y más en el tiempo, debió haber alguna vez una pequeñez muy caliente y densa.
- George Lemaitre, era muy hábil para coordinar las piezas del enigma, y así en fue en 1931, el primero en sugerir el origen del Universo a partir de la explosión de un “átomo primigenio” o “huevo cósmico caliente y denso” que alguna vez explotó y dio origen a todo, lo que hoy se conoce como el “Big Bang”, teoría que en los siguientes años persistió en desarrollar en controversia con el dogma religioso sobre el origen del universo, el explicar el inicio del mundo ya no se vería sólo con connotaciones místicas religiosas y surge con la paradoja de un sacerdote católico iniciando esta revolución que decía que el universo no siempre había existido, sino que tuvo un principio con una lectura matemática dejando de lado lo teológico, incluso hizo la estimación de la edad de ella entre 10 y 20 mil millones de años, rango en el que caen las observaciones actuales.
- Para llegar a ello, Lemaitre había estudiado las teorías y ecuaciones de Einstein en ese tiempo y propuso esa teoría radical que hasta el propio Einstein rechazaría; en una charla al respecto, Lemaitre expuso a Einstein sus ideas sobre un Universo en expansión, ante lo cual Einstein solo estaba de acuerdo con la conclusión puramente matemática mas no la interpretativa como un Universo dinámico, a Lemaitre le pareció que para entonces Einstein no tenía idea o noticias de los datos experimentales en los que se apoyaba Lemaitre obtenidos con la observación de nebulosas extragalácticas. Más esa hipótesis tomo bríos cuando Hubble demuestra contundentemente en 1925 en el observatorio de las montañas de California el movimiento de las Galaxias destruyendo la Constante Cosmológica de Einstein. El universo en expansión debía ser aceptado incluso por un Einstein antes apostador por un Universo estático.
- Hasta la década del veinte, la noción del Universo se limitaba a la Vía Láctea, pero las observaciones de Hubble en el Telescopio hablaban de un Universo insospechado, donde el Sol era una estrella más entre una multitud de millones, calculando las distancias que nos separaban de las más lejanas con el referente de la Vela Standart – una estrella de brillantez conocida –, con la que, si se sabía la intensidad de su luz, se puede medir a que distancia está, observando que con una luz más tenue estaría mas lejos está (similar al fenómeno de un tren que se acerca y se aleja), utilizando como Vela Standard referente a la Nebulosa de Andrómeda, antes considerada una nube de polvo, calculando su distancia en un millón de años luz, y ya considerándola una Galaxia diferente a la Vía Láctea. Hubble va más allá, al estudiar el comportamiento de las Galaxias concluye que estas se estaban alejando de la Vía Láctea y unas de otras expandiéndose. Basándose en la velocidad de expansión calculó con sus datos una edad del Universo de dos mil quinientos millones de años lo que a priori se sabía fallido, porque ya se sabía la tierra era más antigua, ocurría que su fórmula era correcta pero sus medidas eran inexactas, y esos resultados jugaron parcialmente en contra de la
Teoría del Superátomo de Lemaitre, inclusive había un prejuicio contra una teoría esbozada por un religioso, y curiosamente el Papa Pío XII pensó encontrar en ella una confirmación del Génesis, pero Lemaitre le pidió al Papa abstenerse en sus ímpetus pues quería dar a su teoría todo el protocolo científico de contrastación, aunque le asaltaba algún pesimismo por la poca probabilidad que luego de millones de años se insinuara alguna prueba objetiva.
- Esas primeras inconsistencias de cálculo la congelaron y permitieron el surgimiento de otra teoría alternativa que proponía la eternidad de un Universo siempre existente desarrollada en el Trinity Collage de Cambridge propuesta por el excéntrico astrónomo Fred Hoyle, llamada del “Universo Estable”, surgida a partir una Teoría del origen de los elementos de la tabla periódica, proponiendo que a Temperaturas extremas el Hidrógeno se funde formando Helio y este se transforma en distintos elementos mas pesados; Hoyle sostenía que la nucleosíntesis de elementos nuevos ocurría en el núcleo de las estrellas muy calientes, lo que fue una afirmación inédita por entonces, y tuvo la virtud de demostrar que luego del Helio todos los demás elementos de la tabla eran polvo estelar y se habían creado en las estrellas, pero la teoría no justificaba la creación del Hidrógeno ni de la mayoría del Helio del Universo, porque las primeras estrellas debían estar formadas de Hidrógeno pre existente que además constituye mas del 70% del universo detectable, Hoyle subsanó el problema acogiendo la previa teoría ampliamente aceptada que el Hidrógeno y el Helio siempre habían existido, de hecho según su opinión el Universo siempre había existido, con el mismo aspecto y con la misma densidad y Temperatura.
- Pero las observaciones a favor de un Universo en expansión también estaban ahí y con la materia cósmica diluyéndose en el espacio para probarla, pero Hoyle refutaba al respecto de que en algún lugar del universo se estaba creando materia, lo que no convencía a los físicos, y aparece en escena George Gamow, un seguidor de la tesis de Lemaitre que recurre a los átomos para apoyar la teoría, en el sentido que el Hidrógeno y Helio se habían creado en los primeros instantes del universo cuando la temperatura era altísima, Gamow se apoya en cálculos de un estudiante suyo Ralph Alpher quien dedujo si el universo sintetizó los primeros elementos al comienzo, tendría que haber 10 veces tanto Hidrógeno como Helio lo que concordaba con lo observado. Alfer y su
colega Robert Hermann, potencian el pronóstico de Lemaitre sobre el calor remanente detectable de la creación, que sería una prueba contundente que apoyaría el Big Bang, con ello, Gamow y sus alumnos plantearon con toda lógica que si en el Big Bang hubo tanto calor y brillo, entonces su réplica y luminiscencia, el eco de la explosión como radiación remanente, no podía haberse enfriado aún y el residuo podría medirse aún, aunque para esa ápoca en 1949 no se poseían los telescopios sensibles para el caso y el otro problema era que esta Teoría no ofrecía explicación alternativa a la creación de otros elementos, salvo del Hidrógeno y Helio considerados creados en los primeros instantes. En esos momentos la Teoría del Estado Estable ganaba adeptos con un Hoyle que era un gran propagandístico, incluso él mismo bautizó a manera de parodia, con el término “Big Bang” a la Teoría de Lemaitre, nombre con el que se le conoce ahora, pese a que en realidad el acontecimiento ni fue grande ni ruidoso porque no existía medio para transmitir el sonido aún.
- Pero, para la década del Sesenta, el cálculo errado de Hubble sobre edad del universo se corrigió para dar datos más exactos, y aunque todo parecía suponer que la lucha entre las dos teorías no se inclinaría por alguna, fue entonces que llegaría la prueba contundente para una de ellas, mientras la comunidad científica la buscaban, resulta que el universo la susurraba imperceptiblemente bajo la forma de calor radiante generado cuando la explosión original, la radiación que Lemaitre predijo estaba ahí pero no tenía las herramientas para oírla, lo que si se tenía para 1965.
- Además de Gamow, que tenía la base teórica, pero sin instrumental para probarla, también había un grupo de Princeton que incluía a Robert Dickie, David Wilkinson y Peter Rowe – que conocían su trabajo de Gamow y creían en la idea de Lemaitre –, quienes pretendieron buscar pruebas de radiación del Big Bang construyendo el Radiómetro de Dickie, el cual apuntaron al espacio al azar. Fue cuando la casualidad y la suerte llegaron en auxilio. Arno Penzias y Bob Wilson, dos ingenieros de Laboratorios Bell en New Jersey, sin interés especial por la cosmología, trabajaban en satélites de comunicación, pero sus antenas recibían un sonido de estática que atribuyeron a diversas causas entre ellas interferencia de aviones y palomas, pero al descartar esas causas, no tenían idea de lo que era, cuando fortuitamente al comentar su desconcierto sobre esas extrañas ondas con un tercero, toman conocimiento de las conferencias de James Peebles respecto a una radiación proveniente del espacio que parecía coincidir con lo que los confundía; entonces al indagar comprendieron que esa era la radiación que Gamow y Lemaitre predijeron, y que Dickie buscaba infructuosamente, ella venía de todas partes a donde se apuntaba la antena y probaba un origen del Universo, y el Big Bang se imponía al Estado estable. Ese hallazgo se publicó en “Astrophysical Journal” de 1965 y fue motivo del Premio Nobel de Física de 1978 para Penzias y Wilson.
- Georges Lemaitre recibió satisfecho la noticia en 1966 en un hospital de Lovaina, Bélgica poco antes de morir. El descubrimiento de lo que se conocería como la Radiación de Fondo de Microondas Cósmicas, fue la prueba de su teoría. Pero la Teoría del Estado Estable dejaría también su aporte complementario con la nucleosíntesis de los elementos, se cree aún que la mayoría del Hidrógeno y Helio nacieron en los primeros momentos del Universo y los demás elementos mas pesados como Nitrógeno y Carbono se crearon luego en los núcleos calientes de estrellas y en explosiones de supernovas como sugirió Hoyle.
- Para ese entonces quedaban algunos vacíos por resolver en la Teoría como la observación que la temperatura en el espacio sideral era extrañamente uniforme de extremo a extremo lo que era inesperado ante la inmensa extensión de ella y la insuficiente antigüedad para que su temperatura se haya igualado en ese lapso. Entonces a principios de los años ochenta Alan Guth formula la “Teoría de la Inflación” que proponía que en el punto pequeño hubo tiempo para que esos puntos se comunicasen e igualasen su temperatura y justo después de ese momento el universo se había expandido a velocidad incluso mayor que la luz que es el límite de velocidad cósmica, donde incluso en los momentos iniciales las cuatro fuerzas estaban unidas en una superfuerza que luego se separó, cuando el universo era muy pequeño, las leyes físicas incluida la que dice que nada viaja más rápido que la luz todavía no se aplicaban, tal vez en ese momento ocurrió algo que hizo que se desplazaran más rápido que la luz, tan rápido en una hiperinflación que conservó la uniformidad que tenía cuando el universo era pequeño.
- El espaldarazo definitivo a la Teoría Big Bang ocurre cuando en 2001 la NASA lanza el satélite WMAP que fotografía el calor fósil remanente del Big Bang como una foto de la infancia universal, para compararla con el aspecto del universo de hoy y en Febrero 2003 envía con claridad las primeras fotos del universo en su infancia cuando tenía solo 380,000 años, la imagen significaba para la cosmología, el semillero que terminó germinando Galaxias y Estrellas y evidenciaban la probabilidad de la ocurrencia de la Hiperinflación de Guth, además de aportar valiosos datos como la edad, composición, ritmo de expansión, forma y evolución del universo, antes de ello gran parte de la cosmología se contentó con especular teorías discutibles, pero esta vez se obtuvo una señal concreta del misterio de nuestro origen. Estas hazañas fueron concebidas matemáticamente desde la genialidad de Copérnico y sus continuadores pero representaban conclusiones de millones de pensamientos que desde hace miles de años elucidaron sobre nuestro lugar en el Universo. El rompecabezas cósmico aún tiene piezas incógnitas por descifrar como la energía oscura que vence a la gravedad y lo disgrega todo en el universo, la materia oscura, agujeros negros, la esencia final de la materia, etc., pero el mérito visionario del Padre Lemaitre nos indica que en la historia la sapiencia intuitiva puede venir de la trinchera menos sospechada.