lunes, 17 de mayo de 2010

LA NOCHE Y EL DIA DEL PENSAMIENTO: San Agustín y Bertrand Rusell.




- El valor del libre pensamiento y del fomento de ella está fuera de discusión para toda mentalidad que se precie de progresista y realizada humanamente, pero tal refinamiento evolutivo no siempre fue bien visto por los Status Quo dominantes a los que la sumisión de las masas les fue provechosa, aunque aún hoy persisten en el mundo moderno algunas sociedades que han hecho de la censura y el cautiverio del pensamiento una norma de su existencia y una tara que las hecho merecedoras de la compasión del resto del mundo. Entre ellas se cuentas los países bajo el yugo de los rezagos comunistas y los estados teocráticos vigentes.
- Aunque las comparaciones se insinúen odiosas a priori, no se antoja inútil el sucinto examen de dos importantes puntos de vista históricos al respecto, en la versión de dos de los más notables representantes de filosofías antagónicas en cuanto a su ambición del alcance del pensamiento y la verdad trascendental del mundo. Primeramente San Agustín de Hipona, el padre y eminente doctor de la Iglesia occidental cuya influencia pervive en el espíritu cristiano actual y quien además sentaría las bases de la corriente filosófica escolástica. Esta aceptaba como ley y sin opción a discusión o verificación los preceptos y la autoridad aristotélica – que fue su mayor influencia previa a San Agustín – en diferentes ramas como la filosofía y la teología incluyendo las ciencias empíricas. La escolástica fue el punto culminante del momento del espíritu humano encerrado en un círculo vicioso que discutía sobre lo no demostrable con hombres como Santo Tomás de Aquino y Alberto Magno, intentando armonizar la revelación y la razón, utilizando la lógica y filosofía aristotélica como vasalla para justificar lo divino – tal como alguna vez la astrología utilizó a la astronomía –, otros escolásticos mas radicales como Duns Escoto le otorgaban lugar principal a la fe limitando cada vez más el campo de las verdades sujetas a verificación y la razón e insistieron en que muchas doctrinas anteriores que se pensaba habían sido probadas por la filosofía tenían que ser aceptadas sobre la base única de la fe, gran culpa de ello fue que intentaron aplicar los muy estrictos requisitos para la demostración científica dictados por Aristóteles en su obra “Organón” y los que el propio autor no pudo aplicar más que al campo de las matemáticas, por esos tiempos el hombre perdió confianza a la razón.
- Por otra parte un párrafo titulado “¿Nos da miedo pensar?” llamando irónicamente la atención a la lasitud especulativa de las masas y resume las ideas de Bertrand Rusell, el multifacético pensador y dueño de uno de los intelectos más irreprochables y principistas del Siglo XX.

1.- “Existe otra forma de tentación que entraña incluso mayor peligro. Es la enfermedad de la curiosidad... Ella nos impulsa a querer desentrañar los secretos de la naturaleza, secretos que escapan a nuestra comprensión, que nada pueden reportarnos y a los que los hombres debieran renunciar... En medio de esta inmensa jungla llena de acechanzas y de peligros, he retrocedido y me he apartado de estas espinas. Flota a mi alrededor ese sinnúmero de cosas que nos trae la vida de cada día, pero ni me sorprendo ni dejo que me cautive el genuino deseo que siento de estudiarlas... He renunciado a soñar en las estrellas”.
San Agustín de Hipona (Extraído de “Dragones del Edén” Carl Sagan)


2.- ¿NOS DA MIEDO PENSAR?
- “Los hombres temen al pensamiento más de lo que temen a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado. Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto. ¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar? ¡Fuera el pensamiento! ¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro! Es mejor que los hombres sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa. Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades”.
Bertrand Russell: “Principes of Social Reconstruction”. Londres, 1916.

- Podría decirse que cada cual expone pensamientos propios de cada época, pero probablemente hoy en el mundo existen hoy más instituciones educativas – de todo nivel – ostentando el nombre de San Agustín que el de Bertrand Rusell y otros herejes de la reflexión, pese a ser una figura fue de enorme influencia en una serie de teólogos que hicieron lo indecible por llenar de sombras la autodeterminación humana. Con su reminiscencia nos resistimos de liberarnos de obsoletos demonios.