- El reinado del oscurantismo medieval tuvo en la santa inquisición - llamada eufemísticamente Congregación para la Doctrina y la Fe - uno de sus más repudiables baluartes, durante largos casi 10 siglos la emblemática Europa cerró las puertas al librepensamiento y la iglesia católica perseguida en la antigüedad, luego todopoderosa y fundamentalista ya instalada en los gobiernos, dictaba los parámetros del pensamiento y marcaba los límites; durante esa travesía por las tinieblas, casi no se puede ubicar libros revolucionarios en el avance del conocimiento, aún hoy es más valioso el legado de la antigüedad Helénica y greco-romana. - Durante el apogeo de las sombras, además de la inquisición, fue la instigación al antisemitismo y en especial las cruzadas con el infame grito ”Deus lo vult” (¡es la voluntad de Dios!), quienes dieron un sello particular a la irracionalidad emponzoñada y producto de las cuales hasta hoy se abrigan resentimientos por parte de la comunidad musulmana; con la certeza de la anuencia de Cristo, San Jacobo ó patrón Santiago, las hordas cruzadas se lanzaron con ímpetus bárbaros en carnicerías multitudinarias que no distinguía edades ni contemplaban la piedad desde su cebado. - Si bien el mundo moderno también tuvo en suerte albergar manifestaciones de intolerancia desde sutiles hasta de las más criminales sustentados en fundamentos religiosos y filosofías políticas, - así ocurrieron los pogromos, las yihads, el nazismo, el comunismo de línea dura, el macarthismo, el esclavismo, etc. que sembraron odios y desprecios en su máxima expresión - pero había un escalofriante talento diabólico en la paranoia de la época oscurantista donde no se permitía cuestionar los dogmas basados en la autoridad y la revelación, llegándose a la represión mas burda con feroces cacerías de herejes. El oscurantismo como lo deja implícita su definición, por casi un tercio de del recorrido histórico humano, mantuvo en hibernación el potencial creativo y descubridor humano y conspiró contra el avance de la sabiduría humana y el descubrimiento de las verdades científicas que explicarían nuestro entorno. - Pero aún en tiempos de opresión, el espíritu ilustrado siempre hace un lugar para incomodidad del poder y en esos años el físico italiano Galileo Galilei colocaría el primer cimiento firme de la ciencia moderna, - ésta por definición antípoda e irreconciliable al dictado inescrutable - él, dueño de una inquietud pionera desde joven, magistral erudito de la mecánica donde dejó aportes imperecederos como el descubrimiento del isocronismo de las oscilaciones del péndulo, la construcción de una balanza capaz de determinar el peso específico de los cuerpos, el enunciado de la ley de la caída de los cuerpos y la aceleración uniforme en ella, que relegaba las ideas de Aristóteles que afirmaba que la caída dependía del peso – aunque Filopón en el siglo VI ya lo había objetado – y superando también a referentes que estudiaron el tema como Copérnico, Kepler, Giordano Bruno y Descartes, estableciendo además que un móvil sólo se está moviendo en relación a un punto de referencia, sentando bases para la relatividad, reconociendo incluso coloquialmente en un dialogo ficticio el desconocimiento de la esencia de la causa de esa caída (la gravedad y sus leyes), lo que años adelante Newton y Einstein terminarían de aclarar. - Aquel hombre estaba destinado a empezar a resquebrajar los espejismos del sentido común de la filosofía aristotélica, el mundo a través de sus sentidos ya era abstracto y el lenguaje que mas fiel y objetivamente iba a describirlo tendría que ser el matemático, dejando atrás las elucubraciones filosóficas, integrando la investigación empírica y el razonamiento matemático, Galileo se adelantó a su época, era un científico que pudo haber brillado en cualquier punto del tiempo, tenía entonces que crear pasiones propias de un hereje; como profesor de la Universidad de Padua, mantuvo fluida comunicación con Kepler sobre sus acuerdos y correcciones a la teoría de Copérnico y sus temores iniciales a publicarlos, eran años en que como se sabe, Giordano Bruno sufriría un trágico destino por defender la idea de Copérnico. - Un episodio representativo en cuanto a la lucha del espíritu del racionalismo contra la necedad, lo constituyó el asunto entre Galileo y la Santa inquisición; cuando la cosmovisión de entonces bajo los fundamentos geocéntricos ptolomeo aristotélicos, era la verdad dictada a la plebe sin opción a revisión o duda, entonces el físico italiano Galileo afirmó convencido que la tierra giraba alrededor del sol siguiendo la teoría de Copérnico desde que tuvo la evidencia inicialmente teórica y luego por la observación con un método óptico inédito, años atrás el cura polaco Nicolás Copérnico había tenido esa visión, pero decidió hacerlo circular anónimamente ante la represión que intuía le sobrevendría de encontrarlo responsable de tal herejía, Galileo mas bien decidió correr el riesgo, animado por un acontecimiento por entonces recibido con poco entusiasmo sobre el descubrimiento unos anteojos flamengos que permitían aumentar el tamaño de las imágenes, Galileo lo mejoró y logró armar un telescopio rudimentario, él sería el primero en darle el uso en la astronomía para conocer mejor el mundo cuando nadie ó pocos inicialmente creyeron en su uso, – incluído el propio Kepler – con ellos Galileo al mirar el cielo descubre las manchas solares, los valles y montañas lunares, la existencia de los satélites girando alrededor del gigante Júpiter, lo que demostraba que la luna podía hacer lo mismo con la tierra como un satélite y ser una excepción respecto a las orbitas de los planetas alrededor del sol destruyendo un sustento de las críticas al sistema de Copérnico, pudo deducir la tupidez estelar de la vía láctea como nunca antes nadie lo vio, aquello en esos tiempos tenía que ser telúrico, llegándose a dudar incluso de la fiabilidad de las lentes, pero hasta el en inicio reticente Kepler se convenció de las bondades del nuevo aliado al recibir la lente, otra evidencia contra el esquema ptolomeo aristotélico eran las manchas solares y los valles y montañas lunares que contradecía la esfericidad perfecta de los cuerpos celestes, la dictadura Aristotélica de siglos mostraba una fisura mortal y era el inicio de una nueva física; envalentonado por su sustento pragmático, publica sus descubrimientos y el respaldo público que obtenía incomodó a sus colegas aún sumisos a los conceptos aristotélicos quienes luego azuzaron su destierro social; Previendo la reacción eclesiástica, Galileo intenta convencer al clero que la biblia no estaba pensada para decirnos nada sobre las teorías científicas, pero la monolítica Iglesia católica en pleno resquebrajamiento por el cisma del protestantismo prefirió ser inflexible y en 1616 mediante el Santo Oficio Inquisidor, declaró su pensamiento heliocéntrico impío, falso y erróneo, y le ordenó no difundir la doctrina nunca más, a ello Galileo se sometió inicialmente, pero en 1623, cuando Urbano VIII, un antiguo amigo de Galileo fue nombrado Papa, Galileo trató que el decreto de 1616 fuese revocado, aunque no lo consiguió, pudo obtener permiso para escribir un libro discutiendo las teorías aristotélica y copernicana, comprometiéndose a no apoyar alguna de ellas, así publica “ Il Saggiatore” (“El que intenta”) y “Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo” exponiendo su visión ante la de Aristóteles y aunque como se dijo no ahondaba en las leyes del movimiento de los planetas. - Era “Il Saggiatore” un libro abstruso de comprensión preferente para iniciados en el lenguaje matemático y “Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo” fue terminado y publicado en 1632, bajo la anuencia de la censura y fue aún así recibido con expectativa en Europa y reconocido como una obra maestra, literaria y filosófica, entonces el Papa y la iglesia empezaron a reevaluarlo como un apologista pro Copernicano, revocaron su favor y argumentando el incumplimiento por parte de Galileo del decreto de 1616, lo llevaron a Roma en febrero de 1633 ante la inquisición, para obligarlo a retractarse, lo que tuvo que hacer ante la amenazante tortura que se cernía sobre él para “lograr la unión de voluntades del acusado y la iglesia para salvar su alma” en caso contrario, finalmente el 22 de junio de 1633 por la razón de salvar su vida acepta los cargos, se le sentenció a prisión domiciliaria de por vida hasta su fallecimiento en 1642 y se le ordenó que renunciase públicamente al copernicanismo. - Ya anciano a los 69 años y arrodillado ante los jueces del santo oficio Sacro Colegio Cardenalicio compareció para abjurar de su doctrina en los siguientes términos: “Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto florentino Vincenzo Galilei, de setenta años de edad, compareciendo personalmente en el juicio ante este tribunal y arrodillado ante Vosotros, Eminentísimos y Reverendísimos Cardenales, Inquisidores generales contra la perversidad herética en toda la República Cristiana Universal, teniendo ante mis ojos los Sacrosantos Evangelios que toco con mis propias manos, juro que siempre he creído, creo ahora y con la ayuda de Dios creeré en el futuro, todo aquello que considera, predica y enseña la Santa, Católica y Apostólica Iglesia. Mas como por este Santo Oficio, tras haber sido jurídicamente intimado mediante precepto a que de cualquier modo debía abandonar totalmente la falsa opinión de que el Sol es el centro del Universo y que no se mueve, y que la Tierra no es el centro del Universo y que se mueve, y que no podía sostener, defender ni enseñar en modo alguno, ni de palabra ni por escrito, la mencionada falsa doctrina, y después de haberme sido notificado que la citada doctrina es contraria a las Sagradas Escrituras, por haber yo escrito y publicado un libro en el cual trato de dicha doctrina y aporto razones muy eficaces en favor suyo sin aportar solución alguna, he sido juzgado vehementemente como sospechoso de herejía, esto es, de haber creído y sostenido que el Sol es el centro del Universo y que es inmóvil, y que la Tierra no es el centro y que se mueve. Por ello, queriendo apartar de la mente de Vuestras Eminencias y de todo fiel cristiano esta vehemente sospecha, justamente concebida a propósito mío, con sinceridad de corazón y no fingida fe abjuro, maldigo y aborrezco los mencionados errores y herejías, y en general cualquier otro error, herejía o secta contraria a la Santa Iglesia; y juro que en el futuro no oiré nunca más ni afirmaré, por escrito o de palabra, cosas por las cuales pueda ser objeto de semejantes sospechas; y si conociera algún hereje o alguno que fuera sospechoso de herejía lo denunciaré a este Santo Oficio, o ante el Inquisidor u Ordinario del lugar donde me halle. - Juro también y prometo cumplir y observar enteramente todas las penitencias que me han sido o me serán impuestas por este Santo Oficio, y si contravengo alguna de estas promesas y juramentos, cosa que no quiera Dios, me someto a todas las penas y castigos que los sagrados cánones y otras constituciones generales y particulares imponen y promulgan contra semejantes delitos. Que Dios me ayude, y estos sus Santos Evangelios que toco con mis propias manos. Yo, Galileo Galilei, he abjurado, jurado, prometido y me he obligado del modo que figura más arriba. En testimonio de la verdad he escrito la presente cédula de abjuración y la he recitado palabra por palabra en Roma, en el convento de Minerva, este 22 de junio de 1633. Yo, Galileo Galilei, he abjurado y firmado con mi puño y letra” - Este texto fue mandado a leer desde los púlpitos en toda Italia y hecha pública como aviso. - Circula en una anécdota, - probablemente apócrifa o producto de la imaginación de un periodista italiano - que inmediatamente después de su “confesión”, Galilei exclamó murmurando entre dientes: “Eppur si mueve” (Y sin embargo se mueve) después de la abjuración como confiando en su razón y que el tiempo se encargaría de refrendarlo, aunque Galileo siguió siendo un católico fiel, pero su creencia en la verdad de la ciencia no había sido destruida. Cuatro años antes de su muerte, en 1642, mientras estaba aún preso en su casa, el manuscrito de su segundo libro importante fue pasado de contrabando a un editor en Holanda. Este trabajo, conocido como “Dos nuevas ciencias” y fue responsable de la reconstrucción de la ciencia tanto como sy apoyo a Copérnico. - El caso de Galileo junto al de Giordano Bruno fueron los paradigmas de la lucha entre la omnipotencia de la religión y el razonamiento, el efecto histórico sería el contrario, el transformarlos en mártires de una lucha desigual, si bien Juan Pablo II "perdonó" al excomulgado Galileo en 1992, 359 años después de que la Iglesia Católica lo hubiera condenado, Justicia a destiempo pierde su esencia de valor, y la iglesia nunca fue explícita en reconocer su error en grado sumo como el juicio histórico lo dicta. - Galileo fue el padre de la ciencia moderna en el modelo como evolucionó hasta hoy, sus ideas socavaron el corazón mismo de la filosofía del oscurantismo, el demostró que se podía entender el mundo por medio de la observación y ya no por el razonamiento puro exclusivo como afirmaba Aristóteles, su adjuración grafica uno de los momentos más patéticos de un triunfo pírrico y opaco pero parcial sobre el espíritu libre que en el camino de la especie ha conocido momentos de esplendor y regocijo como la invención de la escritura, el descubrimiento del nuevo mundo, el periodo greco romano, Alejandría y su biblioteca, aunque el crecimiento de nuestro patrimonio cultural no tuvo el ritmo logarítmico que hoy conocemos, fue a paso firme. Afortunado quien nace en tiempos de libertad irrestricta del pensar aunque se acompañe de la emergencia taras de la modernidad pero a las cuales tenemos la opción de ignorar con un mínimo de voluntad criteriosa.