miércoles, 12 de diciembre de 2012

02.- ORIGEN DE MONACATOS

                                           Basado en el libro "Historia sexual del Cristianismo" de Karlnheinz Destchner

- Ascetismo en los cultos mistéricos helénicos. Buscando felicidad en la mortificación:
- La religión de los griegos tempranos, implicó un culto a la alegría, sensualidad y el optimismo –antes a miedos al más allá y al espiritismo–, lo que expresaron en la religión de Homero. Pero también en ellos llegó una inevitable evolución hacia la mortificación, el descontento, la renuncia, pesimismo, ayunos, expiación, culpa, vida recatada u abnegada. Así empezaron como pioneros del ascetismo extremista del cristianismo y se devaluó la relación sexual con las mujeres, cuyo estatus social no dejó de descender. Ya en época de Homero vivían los selloi, sacerdotes adivinos de Zeus en Dodona, “que no se lavan los pies y duermen en el suelo”;
- Desde el siglo VIII hasta el VI AC, profetas milagreros, sectarios que claman por el arrepentimiento, llamados bácidas –Abaris, Aristeas o el más conocido, Epiménides–, predicaron la mortificación corporal para favorecer al alma y reforzar el espíritu. Hasta el siglo V estuvieron en segundo plano, despreciados por las gentes instruidas y apartado de los cultos oficiales y apenas con influjo sobre la vida griega en pleno esplendor cultural. Pero tras las desgracias de la guerra del Peloponeso, menudearon los predicadores del arrepentimiento, beligerando contra todo lo sexual y florecieron cultos ascéticos secretos, oscuros misterios y filosofías rigoristas que condenaban al cuerpo por cuenta del alma.
- En el siglo VI surgió la primera religión salvífica de Grecia: el orfismo, atribuida a Orfeo, el mítico cantor, y produjo muchos “escritos sagrados”. Según creencias órficas, el alma es en el cuerpo un prisionero, como el cadáver en la tumba y regresa a la tierra bajo formas de personas y animales constantemente renovadas, hasta su liberación definitiva mediante la negación del cuerpo, mediante la ascesis. Los órficos, se llamaban a sí mismos los “Puros”, practicaban ya una especie de “indulgencias” (fórmulas mágicas para liberar a vivos y muertos de las penas del más allá), como las misas de difuntos, evitaban la carne, los huevos, legumbres y la lana en los vestidos, aunque no confiaban en su propia fuerza, sino en la misericordia y la salvación divinas.
- El orfismo parece copia de la doctrina de Pitágoras (580-510 AC), quien fue casi divinizado en vida por su obra y a la vez perseguido, descendió a los infiernos y resucitó finalmente de entre los muertos, anticipando muchos de los elementos del Nuevo Testamento. Pitágoras también rebaja a la mujer: “Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, la oscuridad y la mujer”. Platón se influyó de la doctrina pitagórica del alma, se entregó a una mística y una moral cada vez más nebulosas, veía al cuerpo como una cárcel, vecino malvado del alma, el placer del diablo; la salvación no está en este mundo, sino en el otro, con lo cual Platón se convirtió en el peor contradictor moralista de Homero.
- Y Platón influyó también en el pesimismo sexual de los estoicos y los neoplatónicos, enemigos del cuerpo y de la vida y que han dejado su impronta en occidente y el cristianismo hasta hoy.
- Purificación y blanqueo de almas en la antigüedad
- La castidad cúltica se conoció ya el mundo helenístico y judaico, y más tarde, en el catolicismo, condujo al celibato. Se registraron las faltas como base de una impureza que en un primer momento fue más ritual que moral. Se calificó de impuro, lo relacionado con la muerte, el nacimiento o las relaciones sexuales, como infestados por malos espíritus y se exigía la purificación ritual de toda persona u objeto que estuviera impuro y se puso en el mismo plano a asesinos, parturientas, abortadoras, asistentes a entierros, recién nacidos y todo aquello relacionado con estos. Se recurrió como purificadores desinfectantes religiosos del cuerpo, desde el agua corriente a barro, salvado, higos, lana, huevos, sangre de animales o cachorros de perros, lo que copió en parte el cristianismo primitivo.Y para la mancha del alma se crea la purificación mediante la mortificación. Así nacía la moral occidental.
- Los misterios griegos, remarcaron las ideas de purificación y prometían una vida bienaventurada después de la muerte. Había que purificarse a la entrada del templo aseándose con agua, ofrecer una víctima purificatoria o, como en el templo de Isis, evitando el consumo de carne y vino. El ayuno reforzaba esto, se les prohibía comer carnes, pescados o licores a los visitantes al templo. El 24 de marzo, día de la muerte del dios Atis –que resucitaba el 26, al tercer día–, no se podía comer nada hecho de semillas. Los iniciados de Eleusis –entre los que se contaron Sila, Cicerón, Augusto, Adriano y Marco Aurelio–, se abstenían de ciertos platos durante la fiesta y en las vísperas, además, ayunar un día entero, después de lo cual tomaban la bebida sagrada, ya era todo un sacramento.
- Preludios paganos del celibato, castración cúltica:
- Tratar con los dioses exigía la previa abstinencia sexual por un número de días; las relaciones íntimas inhabilitaban –incluyendo a laicos– para el culto y ofrendas. El templo de Pérgamo exigía un día de purificación si la pareja estaba casada y dos en caso de relación extramatrimonial. En la fiesta ática de las Tesmoforias las “mujeres generadoras” que asistían al culto religioso, debían guardar abstinencia en los tres días anteriores y nueve, en la fiesta chipriota correspondiente.
- El sacerdote estaba especialmente advertido sobre el sexo; como intermediario ante los dioses debía no exponerse a los demonios que merodeaban al coito, que escogían ese momento para penetrar en la mujer por los orificios corporales y dirigirse a su destino. Por ello muchos cultos se encomendaban a vírgenes: los de Hera, Artemis, Atenea, y también los de Dionisos, Heracles, Poseidón, Zeus y Apolo. Comprensivamente, buscaban preferentemente gente a quienes la abstinencia les fuese menos penosa: mujeres mayores –de paso ya libres de la menstruación, que incapacitaba para el culto–, o ancianos como en el templo de Heracles en Fócida. En las Leyes de Platón, los sacerdotes debían tener más de sesenta años y algunos debían ser castos de por vida como un templo de Tespia, o en el de Artemis en Orcomenos. Se podía utilizar niños hasta llegada la pubertad.
- Incluso en la Roma pagana, que no apreciaba al ascetismo, las virgines sacrae (seis, en época histórica) eran reverenciadas y enclaustradas en el templo de Vesta y debían guardar estricta abstinencia, ellas tenían que custodiar, al menos por treinta años, el fuego de la diosa, aunque a veces prorrogaban sus servicios voluntariamente. La violación del voto de castidad era castigada cruelmente –emparedada en vida, lo que sucedió unas doce veces– en el canyus sceleratus (un rincón bajo tierra, con un lecho, una luz, algo de agua, aceite y vino), y al profanador se le azotaba hasta la muerte. En las culturas mejicanas e inca, las sacerdotisas también eran ejecutadas si violaban el voto de virginidad.
- El grado extremo de represión, se vio entre los sacerdotes de Cibeles, que se castraban ritualmente con un pedazo de vidrio o con una piedra afilada –según Juvenal y Ovidio–, y el miembro amputado se ofrecía a la divinidad para aumentar su fuerza.
- Jesucristo y el ascetismo:
- El ascetismo cristiano no tiene en Jesús a un representante radical. Jesús representa tibiamente el celibato, la discriminación femenina y matrimonial, los ayunos y otras prácticas penitenciales. Nunca tuvo reprimendas contra la líbido o lo sexual per se contra Dios. Pese a haber vivido supuestamente en medio de un precristianismo pecaminoso, no dudó relacionarse incluso con pecadores y prostitutas. La leyenda de su nacimiento virginal no incluye algún comentario tomando el ascetismo como virtud, no hay palabras contra la mujer y el matrimonio, él se relacionó con las mujeres en completa libertad sin rebajarlas, aunque no hubo mujeres entre sus apóstoles, esa elección parece ser construcción simbólica tardía a los doce Patriarcas y a las doce Tribus de Israel, pero entre sus seguidores quizás fueran más numerosas que los hombres. Su forma de dirigirse a las mujeres era impensable en rabinos, y desconcertante para los hombres de la época. Violó el sabbat por una mujer, curó mujeres, y éstas se mantuvieron a su lado hasta la cruz, cuando sus discípulos, salvo José de Arimatea se desentendieron por miedo. Tomó parte en una fiesta de bodas. Ni siquiera condenó a una adúltera.
- Esos aspectos han recibido diversa interpretación o se han prestado a reescrituras interesadas. Para Lutero probablemente, el propio Jesús, junto a María Magdalena –considerada por los cataros como su mujer o concubina– y otras personas, evitaron casarse para no privarse de participar de la naturaleza humana. Como no consideraba a la mujer como una cosa, tampoco consideró el adulterio como un delito contra la propiedad. No se ha podido probar si estuvo casado aunque la especulación en ese sentido ha sido tal. Y no puede encontrarse ninguna palabra suya contra el matrimonio. Los propios hermanos de Jesús, que más tarde se sumaron a la comunidad, estaban casados, así como sus primeros seguidores. Algunos incluso llevaron a sus mujeres consigo en los viajes misionales, entre ellos el principal apóstol, Pedro, quien según San Jerónimo, “lavó la suciedad del matrimonio” por medio de su martirio. En cambio Pablo si fue enemigo del matrimonio exigiendo mitigar la libido incluso dentro del matrimonio lo que se hizo luego exigencia de la iglesia.
- Jesús mismo no era ningún asceta. El relato de su ayuno de cuarenta días es una mera parábola de la tentación que raya en lo mítico y que tiene numerosos paralelismos en Heracles, Zarathustra o Buda. Combate el ascetismo hipócrita de los fariseos, no evita el mundo, placeres o las fiestas, y en cambio ayuna con sus apóstoles tan poco que sus enemigos le tachan de “glotón y bebedor de vino”. A comienzo del siglo II aún se sabía que Jesús no había predicado la mortificación, no recomendó auto azotes o ayunos fanáticos. La reacción decisiva había comenzado con San Pablo, el verdadero instaurador de la moralina cristiana.
- Pablo: El nacimiento de la moral cristiana
- Se describe de Pablo, que sufría crisis alucinatorias, tal vez de origen epiléptico. Fue quien llenó –y en total contradicción con el Evangelio– el cristianismo de cartas recomendando la mortificación, aniquilar de los afectos, odiar al cuerpo, tomar la carne como asiento del pecado y perdición del alma ante Dios. El buen cristiano debía contrarrestar al cuerpo presa de instintos. Pablo –quizás impotente y hombre repleto de complejos sexuales– combate la “lujuria” en toda manifestación, en el Nuevo Testamento, para él, los pecados en relación a ello están por encima de la idolatría, la hostilidad, la violencia, la desavenencia; entrega al pecador sexual al infierno, y el amor es entregarlo todo y sufrirlo todo. Sus ataques al placer, dieron nacimiento a la moral cristiana, superando en radicalidad a los judíos contemporáneos, los cuales aunque  también menosprecian a la mujer al menos no atacaron tanto a la sexualidad.
- Pero para la misión, si las necesitaba. En teoría, sus cartas las saludan como “colaboradoras” y “combatientes” y las pone al nivel de los hombres como a los esclavos y señores por doctrina cristiana de igualdad –algo que ya existía en el culto a Isis y en los misterios de Eleusis y Andania–, pero en la práctica, Pablo priva a la mujer de la palabra en el culto donde por principio deben callar y someterse, es última en la jerarquía, deben usar velo en la oración y oficios divinos, como signo de vergüenza. Ni la misma María le merece una sola mención. Al hombre lo pinta como imagen y reflejo de Dios y la mujer, procede del hombre.
- Aunque no proscribe el matrimonio, desearía que todos fuesen como él: solteros. No cree posible una comunidad espiritual, emocional o social entre hombre y mujer; sólo la meramente sexual, y es recomendable “no tocar a una mujer”, querría ver a todos libres del matrimonio para ser más felices pues este debe admitirse por concesión a la carne como un mal necesario, justificando su propia situación, aunque la exégesis católica lo explique eufemísticamente o distorsione.

EL ASCETISMO EN EL ORIGEN DE LAS ORDENES REGULARES
- El ascetismo, que no fue ni enseñado ni practicado por Jesús, se hizo una característica del cristianismo, aunque era, como muchas cosas de origen no cristiano, en hecho mismo o concepto. El término griego que lo define: “askein”, hacía referencia a practicar, hacer algo con cuidado, en el sentido de labor técnica o artística, luego con Tucídides, Jenofonte o Platón, se refiere al entrenamiento corporal. Finalmente, al pasar de la esfera artística y atlética a la religiosa, el concepto se trastoca, con un desplazamiento de sentido, casi a lo contrario: en lugar de fortalecimiento del cuerpo, a su “mortificación”; en lugar de gloria “mundana” se anhela “la corona de la vida eterna”. Semejantes mutaciones axiológicas no son raras y menos aun en el cristianismo. Llevaron al ascetismo extremo a personas atormentadas que huían del mundo, con abstinencias para librarse del principio “malo.”
- Los modelos y primeros monacatos cristianos, los monjes:
- India tuvo sus propios modelos autóctonos ascéticos, ya se ven instrucciones en el libro del Rigveda, como el tapas, un ritual que pudo haber sido originalmente una técnica para conseguir aumentar la temperatura del cuerpo en el invierno en la India septentrional, pero paulatinamente la pura finalidad fisiológica se convirtió en místico-religiosa, exigiendo un autodominio cada vez más estricto. Se ve en los Aranyakas o Libros del Bosque, textos esenciales de los Vedas. La poligamia sigue estando permitida. En cambio, los más antiguos Upanishadas, estrechamente relacionados con los Aranyakas pero escépticos y pesimistas, proclaman la penitencia como ideal. Lo mismo ocurrió en el brahmanismo.
 - El siglo VIII AC, el príncipe Parsva, fundó algunas órdenes masculinas y femeninas, luego el eremitismo y el monacato se extendieron por la India y el asceta fue tenido en gran consideración por sus supuestas fuerzas sobrenaturales. Muchos de ellos, decepcionados de los placeres o de la mala suerte, vivieron vestidos con taparrabos o desnudos, rapados y cubiertos de ceniza, aislados en bosques, grutas o montañas. Otros mendigando y haciendo penitencia. Los fanáticos se exponían entre cuatro fogatas, al sol abrasador, se balanceaban cabeza abajo, colgados de los árboles, son semienterrados en hormigueros hasta que los pájaros anidan en sus cabezas o se mutilan horriblemente. Los virtuosos cristianos de la mortificación ofrecerán espectáculos similares. El influjo ascético de la India sobre el cristianismo antiguo, supuesto por mucho tiempo y negado la mayoría de las veces, ha sido ampliamente probado.
- Doscientos cincuenta años después de Parsva, el príncipe Mahavira –muerto por 477 AC– apareció en escena haciendo el papel de mendigo desnudo y reformó las órdenes, que volvieron a ejercer un ascetismo draconiano, desde ayunos hasta la muerte. Y el contemporáneo de Mahavira, Buda (560-480 AC), se alimentó durante años con una dieta mínima, de modo que al final ya exhausto rechazó el ascetismo extremo, como harían después Jesús o Mahoma por su inutilidad. Pero, el monacato budista –un ideal del budismo que surgió en aquel tiempo y que fue minoritario– estaba muy teñido de ascetismo y misoginia, como ocurrió más tarde en el monacato.
- Antes de las órdenes católicas, existieron los reclusi y reclusae del serapeum egipcio. El primer organizador del monacato cristiano, el copto Pacomio, fue probablemente sacerdote de Serapis y su primera sede fue un antiguo templo de Serapis y más adelante introdujo entre sus monjes la tonsura, habitual en el culto a Serapis. Finalmente, también contribuyeron a la formación del monacato cristiano: el neopitagorismo –donde se practicó el asociacionismo, la comunidad de bienes y formas de abstinencia–, el gnosticismo, en el que convivieron el libertinaje y una severa mortificación y desde el siglo III, el ascetismo maniqueo, el cual diferenciaba entre perfectos y prosélitos, prohibía el trato con mujeres y el consumo de carne y vino, y exigía la reclusión, la pobreza absoluta y la extinción total del amor a los padres y a los hijos.
- Mientras, los cristianos vivían rigurosamente retirados, esperando la vuelta del Señor, no iban ni al teatro, juegos, ni a las fiestas de dioses y emperadores. Por todas partes había ascetas pasando hambre, y cuando a finales del siglo II, los prosélitos se multiplicaron –especialmente en el catolicismo que estaba surgiendo por aquel entonces–, los ascetas constituyeron el núcleo de la comunidad. Practicaban completa abstinencia sexual, ayunaban y rezaban con frecuencia y formaron poco a poco un estamento propio. Finalmente, abandonaron familia y sociedad y se organizó una especie de éxodo; algunos permanecieron aún en las proximidades de ciudades y pueblos, otros fueron al desierto.
- La palabra “monje”, aparece por primera vez en el entorno cristiano hacia el año 180 DC–de la mano de un hereje, el ebionita Símaco–, pero el monacato cristiano propiamente dicho aparece hasta el umbral del siglo IV. Entonces, algunos cristianos empezaron a vivir solos o en grupos, sin leyes ni prescripciones firmes. Hacia el 320 surgió en Tabennisi (Egipto) un monasterio dirigido por Pacomio, antiguo soldado romano, quien escribió la primera regla monacal, que imponía una disciplina militar y que influyó en las reglas de Basilio, Casiano y Benito. En el siglo V, el monacato cenobítico ya había crecido de tal modo que los ingresos fiscales del Estado se hundieron, extendiéndose además por Siria, todo Oriente y, finalmente, por Occidente.
- Sacramento en niños:
- Así como intentaban bautizar a los niños lo más pronto posible, también se apresuraban en llevarlos al monasterio. Muchas niñas de diez años y más jóvenes aún, tomaron el hábito e hicieron voto perpetuo de castidad. Aún en tiempos de Santa Teresa, a finales del siglo XVI, se entregaba a niños de doce años. Teresa se explaya relatando cómo aceptaban a las muchachas en el convento incluso contra la voluntad del padre, la madre y el prometido, con qué rapidez se cerraban las puertas detrás de estas criaturas, y hasta cómo habían estado acechándolas en la misma puerta de entrada y sólo volvían a sus hogares alguna vez, en el mejor de los casos, por orden real. “Dios puebla así de almas esta casa” decía la santa.