domingo, 4 de octubre de 2009

ALBERT EINSTEIN (V): LA RELATIVIDAD Y EL INTRIGANTE PLANETA MERCURIO


- La Relatividad General, una concepción de eminente base matemática abstracta, tenía un gran número de aplicaciones concretas, una de ellas fue descifrar un misterio que no dejaba de confundir a los astrónomos que trabajaban bajo la tutela de las leyes de Newton y a su vez esto sirvió como una fuente de verificación de la Teoría misma junto a la experiencia de 1919 en plena eclipse.
- Desde la antigüedad cuando la pericia científica dependía en sumo de los sentidos humanos, el pequeño planeta Mercurio desconcertaba a los pioneros de la astronomía. Uno de los cinco planetas al alcance de nuestra resolución visual, pero con cierta coquetería astral debido a su cercanía al gran monarca del sistema y a su vertiginosa velocidad de traslación variando de 39 a 59 km/seg según esté en Afelio o Perihelio, puede verse en las mañanas minutos antes de la emergencia solar ó en las tardes por corto tiempo después del ocaso, por lo que los griegos lo tomaron como cuerpos diferentes bautizándolos como Apolo y Hermes respectivamente, y los Romanos lo bautizan con su nombre actual.
- Sus complicaciones no se limitaban a su observación, sino se extendían a los intentos de determinar con precisión su mecánica orbital, los enunciados matemáticos Newtonianos sobre la gravedad, predecían perfectamente el camino orbital de cada planeta solar, es más, cuando se observó la inicial anomalía en el movimiento calculado para Urano, se podía intuir la existencia de un aún entonces no descubierto octavo planeta que debía ser causante de tal perturbación, y así se halló Neptuno para confirmarlo, pero Mercurio seguía siendo el rebelde a los cálculos teóricos, este planeta tenía un movimiento característico conocido como el desplazamiento del perihelio (el perihelio es el punto en la órbita de un planeta más cercano al Sol), cuyo valor no encajaba al calculado por los esquemas matemáticos aceptados, se habían percatado los astrónomos que el lugar del espacio en donde se produce el máximo acercamiento de Mercurio al Sol no es fijo, sino avanzaba cada año en una cantidad significativamente más grande que la predicha por las leyes de Newton a lo largo de su órbita, y aunque las ecuaciones de Newton permitían predecir ese movimiento con bastante precisión, una vez conocido el efecto gravitacional de los planetas vecinos, pero asumiendo que existía ese planeta hipotético – tal como se creyó gran parte del siglo XIX –, en sus esfuerzos por explicar la diferencia, los astrónomos habían especulado durante algún tiempo en la existencia de un pequeño planeta que orbitara entre Mercurio y el Sol, un hipotético astro intramercuriano que provocaba dicha anomalía del desplazamiento del perihelio de Mercurio, así se habló de un mítico planeta Vulcano – incluso muchos dedicaron su vida a buscarlo, algunos calcularon su órbita y otros creyeron verla, finalmente su cacería no daría los resultados como en el caso de Urano –, pero el valor calculado para dicho desplazamiento, no concordaba con lo observado; ocurría que la explicación al comportamiento anómalo de la órbita de Mercurio estaba más allá de la física clásica.
- Einstein demostró que ese cuerpo era innecesario, su nueva teoría de la gravedad explicaba completamente el misterio de la órbita de Mercurio como una consecuencia del espacio intensamente curvado en las inmediaciones del Sol. Aún antes de la famosa comprobación en el eclipse de 1919, ya en 1915 había comprobado la validez de la teoría, aplicando sus ecuaciones relativistas al movimiento del planeta Mercurio y logrando resolver, mediante ellas, el enigmático problema de la precesión de su perihelio. Lo que sucede es que Mercurio se encuentra tan cerca del Sol, que el Espacio-Tiempo a través del cual se desplaza, manifiesta ya una curvatura evidente, lo que hace que su trayectoria orbital tenga una dinámica diferente, sólo explicable con las ecuaciones relativistas de la Gravedad. En el escenario mercuriano la mecánica de Newton (concebida para un Universo plano, o casi plano) deja de ser válida, así inesperadamente, el pequeño Mercurio jugó un rol clave en la conformación de un nuevo postulado científico que, como pocos, ha entregado a la humanidad una nueva forma de ver y comprender la realidad.