sábado, 17 de octubre de 2009

TELLER, SAJAROV Y OPPENHEIMER: TRES CARAS DE UNA MONEDA (I)


- Quienes tuvieron la oportunidad de apreciar durante la nostálgica época del cine sin obscenos artilugios digitales y con actores de libra por libra, la célebre saga épica del celuloide de los años setenta, “El planeta de los simios” – obra maestra dirigida por Franklin J. Shaffner y luego Ted Post, realzada por la siempre soberbia actuación del entrañable Charlton Heston –, recordarán un segmento tan memorable como pasmoso en el epílogo del segundo capítulo “Bajo el planeta de los Simios”, cuando los simios parlantes y “Brent” el personaje interpretado por James Franciscus, llegan a una ciudad subterránea que escondía las últimas miserias de una civilización humana autodestruida por su paranoia nuclear, dejando como únicos recuerdos a seres mutados, degenerados en monstruos que ocultaban bajo máscaras su apariencia repugnante; lo llamativo de esa clandestina cultura era la adoración que profesaban a un artefacto mortal recuerdo de la corrupta gloria de una civilización enferma: un letal misil nuclear bautizado como “Omega”. El “Ministro”, líder espiritual de estos humanoides justificaba ante un asombrado “Brent” ese insano culto bajo el argumento que era “un instrumento de paz” que la garantizaba a ella, sobreentendiéndose que su letalidad era suficiente para disuadir cualquier aventura de conquista hacia ellos.
- Un individuo con una lógica semejante a la del ficticio ministro parecería ajeno a la naturaleza humana del ciudadano más vil inclusive, pero con una especie como la nuestra nunca se sabe donde algún jinete del Apocalipsis puede andar sembrando sus sañas para escalofríos de sus congéneres. Un personaje en la vida real y ligado a las altas esferas del poder mundial, con una lógica así de espeluznante, fue el físico nuclear húngaro nacionalizado Americano, Dr. Edward Teller, el cual además mantuvo importante influencia sobre los gobiernos norteamericanos en plena Guerra Fría. Si bien todo lo que se tramó alrededor de la competencia atómica involucró a muchos elementos de distintas vertientes, hubo tres hombres que desde su trinchera científica jugaron papeles contradictorios con diferentes destinos.
- Terminada la Segunda Guerra Mundial mediante el K.O. que significó la explosión de las bombas atómicas en suelo japonés, las emergentes potencias resultantes se envolvieron en una codiciosa y mutuamente suspicaz competencia atómica en el marco de la Guerra Fría, abocándose después a la construcción de la aún más mortal Bomba de Hidrógeno, ante la cual los ángeles de la muerte de Hiroshima y Nagasaki serían aprendices de asesinas. La pertinencia de su construcción era de razonable discusión entre gran parte de la comunidad científica y política mundial, por tratarse de un artefacto sin más uso lógico que el bélico a corto plazo. Era evidente también, que entre algunos de los involucrados en la cristalización de la primera bomba nuclear se guardaba un sentimiento de incomodidad y remordimiento por los resultados en cuanto a vidas humanas y destrucción, entre ellos Otto Hahn el alemán descubridor de la fisión nuclear, Albert Einstein – autor de una carta de recomendación al presidente Rooselvelt sobre la construcción de la bomba, aunque si bien nunca participó directamente en el proyecto Manhattam que la llevó a cabo – y el propio Robert Oppenheimer quien fue Director del proyecto y padre operativo de la bomba junto a Enrico Fermi.
- Robert Oppenheimer, eminente físico de origen judío y aristocrática cuna, formado en algún momento bajo la batuta de Ernest Rutheford y Max Born, había realizado en su campo, investigaciones en astrofísica, física nuclear, espectroscopía y teoría cuántica de campos; aún para los expertos era considerado un teórico bastante abstruso por su afición a las fórmulas matemáticas elegantes pero complicadas para efectos físicos prácticos y cuando supo de la posibilidad de provocar en la práctica, la fisión atómica por los trabajos del Doctor Otto Hahn en Alemania quien publicó su trabajo en la revista “Die Naturwissenschaften”, dedujo que existía la posibilidad de desarrollar una bomba atómica y siendo uno de los entendidos del tema, en 1941 es convocado para trabajar en el Proyecto Manhattan, junto a otros científicos exiliados, en un ambicioso proyecto cuya finalidad era fabricar dicha bomba, pidiéndosele el cálculo de la masa crítica del Uranio 235 – dato necesario para producir una reacción en cadena – y encargandosele la dirección técnica del proyecto.
- La bomba es terminada cuando ya derrotada Alemania, surgiendo una controversia entre la comunidad científica de cómo utilizar ese ingenio atómico; algunas voces vehementes como las de Leo Szilard y Edward Teller sugerían utilizarlo en una demostración disuasiva sin involucrar a civiles que bastaría para hacer rendir al Japón, pero otros – incluído Oppenheimer – discrepaban en ese sentido, aunque la decisión siempre correspondió a la instancia político militar, los científicos estaban al margen de ello. Cuando se realizó en un desierto de Nuevo México la primera prueba exitosa de la bomba bautizada como “Trinity”, se respiró un ambiente de satisfacción por la labor realizada entre los científicos, pero cuando la bomba fue finalmente lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki, el Dr. Oppenheimer, agotado luego de meses de trabajo bajo presión, expresa su pesar por las víctimas. Se cuenta que al recibir la felicitación del Presidente Truman le dice “tener las manos ensangrentadas” y luego alguna vez le comentó al mismo Truman que los científicos tenían un cargo de conciencia por lo acontecido, después de ello, Truman le bajó el dedo y dio instrucciones para evitar su acceso a las principales instalaciones científicas y a los secretos militares. Pero antes de perder el favor político y apenas terminada la guerra, Oppenheimer renunció a su cargo de Director de Los Álamos y reinició vida académica aceptando un puesto de profesor en Berkeley, aunque constantemente era llamado en consulta a Washintong, más tarde aceptaría el cargo de director del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde Einstein era miembro de la facultad. En ese lapso de tiempo también asumió la jefatura de la Comisión de Energía Atómica (CEA) en 1946, una agencia civil que controlaría las investigaciones y armas nucleares y velaría por el control del armamentismo nuclear.
- Oppenheimer comenzó a cimentar un prestigio como portavoz del uso responsable de la ciencia y la tecnología, en especial de la energía nuclear que consideraba debía ser dirigida hacia usos pacíficos productivos, así en 1946 se lanza el Plan Baruch a propuesta del gobierno de EEUU y con sugerencias para el control de la proliferación del arsenal atómico, intercambio de información y con un plan de inspecciones por parte de la Comisión de Energía Atómica de la ONU, pero algunas cláusulas parecían impracticables y había aún un natural recelo entre las esferas de influencia de las dos superpotencias y la URSS rechaza la propuesta y la carrera armamentista nuclear seguiría su curso.
- Luego cuando empezó a discutirse la posibilidad de fabricar la bomba termonuclear de fusión nuclear o de Hidrógeno, inicialmente parecía no haber posibilidad técnica para ello por lo que Oppenheimer como Director de la CEA aconsejaba para cuestiones de defensa nacional, priorizar recursos en un arsenal de armas de fisión nuclear; más luego al saberse de la factibilidad de ella en 1949, Oppenheimer y otros científicos, se opusieron porque consideraban que los peligros que representaban los efectos de una explosión de esa naturaleza eran superiores al valor militar de los resultados, considerando que los efectos probables de tal bomba la categorizaban como “arma genocida”. Pero sin medir escrúpulos, las dos potencias inician sus programas respectivos de elaboración de la bomba de Hidrógeno. EEUU daba por descontado en sus planes la colaboración del Dr. Oppenheimer principal responsable de la construcción de la mortífera “Little boy” lanzada en Hiroshima, pero éste se niega a participar en ella cuestionando la utilidad positiva que podía darse a semejante monstruo. Sus actitudes en contra del armamentismo nuclear le empezarían a ganar antipatías entre la alta política americana inmersa en el nacionalismo bélico, pero había quien que si estaba dispuesto a llevar esa responsabilidad con mucho entusiasmo, Edward Teller quien por el contrario animaría al presidente Truman de la necesidad de tal artefacto. Truman ordena el inicio del programa luego que la URSS prueba su primera bomba atómica en 1949, EEUU tenía justificadas suspicacias por los avances rusos en cuanto a la fabricación de esta bomba – desconfianza que era mutua – y decidieron poner en marcha el proyecto, lo que desalienta a los miembros de la comisión de Energía Atómica Oppenheimer y James Conant que consideraron renunciar a sus cargos. Así se inicia en 1951 el Proyecto con Edward Teller y el matemático Stanislaw Ulam quienes desarrollaron en el plano teórico lo que se bautizarí¬a como la “Configuración Teller-Ulam” que hacía factible la bomba termonuclear que se probó en 1952 y produjo 10.4 megatones, una fuerza 650 veces más grande que las bombas de la II Guerra.
- Pero su papel de Teller no se limitaría a ello, lamentablemente para Oppenheimer, sus amistades y simpatía con elementos de ideología izquierdista le harían blanco para los McCarthistas. Aprovechando su gran fortuna personal heredada, Oppenheimer destinó fondos para la República española y para actividades antifascistas, y así en una Auditoría de Seguridad promovida por el FBI, Teller contando con el apoyo del todopoderoso J. Edgar Hoover lo acusó como espía del comunismo, lo que facilitó su salida de los altos círculos científicos del estado y de la Comisión de Energía Atómica. Oppenheimer tenía amistades con personajes izquierdistas desde antes de la Guerra y su hermano era afiliado al Partido Comunista de EEUU, pero el Director Militar encargado del Proyecto Manhattam, el Gral. Grove puso por encima su capacidad para dirigir el equipo de la bomba, aunque empezó a ser vigilado por el FBI debido a sus anteriores contactos comunistas. Un día cuando aún trabajaba en el Proyecto Maniatan, puso al tanto a los agentes de seguridad del Proyecto, sobre un amigo suyo, el profesor de Literatura francesa de Bekerley, Haakon Chevalier, que le había solicitado por intermedio de algunos alumnos, secretos nucleares, lo que lo puso en la mira, pero permaneció en el Proyecto por la importancia que tenía su trabajo.
- Junto a esos acontecimientos, la oposición inicial de Oppenheimer contra la elaboración de la bomba y sus reservas sobre el proyecto en general, levantaban sospechas sobre su lealtad, por lo cual el McCarthismo lo somete a un proceso y las arpías se sumarían al cargamontón, como Lewis Strauss un comisionado de la CEA quien hacía tiempo incubaba resentimientos contra Oppenheimer, tanto por su oposición a la bomba de Hidrógeno como por haberlo humillado ante el Congreso algunos años antes. Strauss y el senador Brien McMahon, autor en 1946 de la Ley de Energía Atómica, secundados por Edward Teller, el formulador de la acusación, impulsaron al presidente de entonces Eisenhower a revocar la credencial de seguridad de Oppenheimer. Fue lamentable como Edward Teller, colega de trabajo de antes, con el cual Oppenheimer había estado en desacuerdo sobre la bomba de Hidrógeno, testificó contra él, provocando el desprecio hacia Teller de la comunidad científica marginándolo a partir de allí de la ciencia académica. Por otra parte muchos importantes científicos, figuras del gobierno y militares testificaron a favor de Oppenheimer. Aunque finalmente Oppenheimer fue absuelto, su imagen estaba minada, algunas incoherencias de su testimonio y comportamiento errático en sus comparecencias convencieron a algunos de que no era de confianza y representaba un posible riesgo para la seguridad, se le consideró una persona a quien no se le podía confiar secretos de estado. La credencial de seguridad de Oppenheimer fue revocada y fue despedido por Eisenhower.